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Nacional

Pablo Gómez, un 'rojo' puro e "incorruptible" a la caza de pillos

El titular de la UIF tiene experiencia en seguir la pista al dinero. Hay hechos que muestran su pericia en la materia desde hace décadas. En su libro Los gastos secretos del presidente, puso al descubierto la existencia del ramo 23 en el presupuesto federal; es la caja negra del presupuesto nacional, escribió. Sustituye a Santiago Nieto

Andrés Becerril | 14-11-2021
Ilustración: Horacio Sierra
Ilustración: Horacio Sierra

CIUDAD DE MÉXICO.

Pablo Gómez Álvarez es ahora el brazo “incorruptible” del presidente Andrés Manuel López Obrador en su cruzada contra la corrupción, la mafia del poder, el Estado corrupto, la delincuencia organizada.

La historia de este economista en eso de seguirle la pista al dinero tiene sus antecedentes. Hay hechos que muestran su pericia en la materia desde hace décadas.

En 1985, en el inicio del neoliberalismo, Gómez Álvarez criticó el choque entre el PRI y la administración del presidente Miguel de la Madrid, quien, dijo, le abrió las puertas al capital extranjero, reduciendo el empleo y vendiendo las empresas paraestatales.

Once años después, en 1996, Pablo Gómez escribió el libro Los gastos secretos del presidente; ese texto, puso al descubierto la existencia del ramo 23 en el presupuesto gubernamental, y según el autor, “en este ramo se encuentran subsidios y erogaciones cuyo destino se pierde en un abismo… Es la caja negra del presupuesto nacional”, escribió.

Pablo Gómez fue un furibundo detractor del rescate bancario llamado Fobaproa, desde 1998 (igual que el ahora presidente López Obrador, que en 1999 escribió el libro Fobaproa: expediente abierto). A mediados de 2000, presentó una lista de 747 nombres de empresas y personas que se beneficiaron del Fobaproa.

En el 2002, Pablo Gómez presentó una denuncia penal contra el presidente Vicente Fox y los integrantes de la asociación Amigos de Fox. Los acusó de delitos electorales, lavado de dinero y de violar la ley Federal contra la Delincuencia Organizada al ocultar el origen de los recursos con los que se financió la campaña presidencial del año 2000.

Gómez Álvarez fue quien incidió de forma directa para que la Fiscalía contra Delitos Electorales de la desaparecida PGR, realizará una investigación del financiamiento electoral desde el sindicato petrolero hacia la campaña presidencial del PRI, en el 2000, mejor conocido como Pemexgate.

Mucho antes de ese compendio fiscalizador, a los 17 años, Gómez Álvarez se curtió en la vida política, cuando los herederos de la Revolución Mexicana consideraban a la disidencia, a la izquierda, a quienes seguían las tesis de Lenin, Marx, Trotsky, Mao, Castro, Guevara unos delincuentes.

En 1963 Pablo Gómez era miembro del Partido Comunista (PC) en la clandestinidad, al lado de Arnoldo Martínez Verdugo. Quien, según Gómez, dijo a Excélsior en 2018, “es el auténtico ideólogo de la izquierda de la segunda mitad del siglo… que la llevó a la lucha por la democracia política en el país… hasta lograr la autonomía frente al gobierno, como a otros partidos en el mundo en plena Guerra Fría”.

Hace 53 años, en 1968, Gómez Álvarez, entonces alumno de la Escuela Nacional de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue preso político, víctima de tortura física y sicológica en la cárcel de Lecumberri, habitó la celda 17 de la crujía C. Sobrevivió a la represión, al autoritarismo durante el Movimiento Estudiantil de 1968. Fue exiliado a Perú.

De acuerdo a una serie de fichas que el proyecto Archivos del Autoritarismo Mexicano, presentado por El Colegio de México, hizo públicos en el contexto de los 50 años del Movimiento Estudiantil de 1968 y que forman parte del acervo del Archivo General de la Nación (AGN), se aprecia cómo calificaban a los jóvenes que estaban dentro del Movimiento Estudiantil, entre ellos, Pablo Gómez Álvarez.

De Gómez, se lee en ese acervo que era miembro de la Juventud Comunista de México y de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos. Que había participado en diferentes actos de agitación “por indicaciones del Partido Comunista”. Según la ficha, desde 1967 Gómez fungía como presidente de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Economía, y desde ahí alentó a la masa estudiantil para que su meta principal fuera la de llevar a cabo la constitución de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos en la que se agrupara no solamente a los alumnos de la UNAM, sino también a los de las universidades de los estados y “en esa forma que forman un frente de lucha único estudiantil nacional para presentar debidamente organizados batalla al gobierno burgués, logrando así una reforma universitaria y finalizar con la implantación de un régimen socialista en México”.

En la noche del 23 de abril de 1971, Pablo Gómez, junto con Rubén Valdespino y Eduardo de la Vega, dejaron Lecumberri y de ahí salieron rumbo a Lima, Perú. El exilio fue la condición para ser excarcelados después de su participación en el Movimiento Estudiantil y condenados a 9 años y 3 meses de prisión. “nada más pórtense bien”, le dijo el juez luego de conceder la libertad bajo protesta.

En los primeros días de junio de 1971, al regreso del exilio, Gómez fue de los que apoyó la solicitud de la Universidad Autónoma de Nuevo León para organizar una manifestación, que terminó en el Halconazo del 10 de junio de 1971. Con la organización de esa manifestación, fue como se reincorporó a la lucha por conseguir la libertad de los presos políticos de 1968, por ganar la calle y seguir cuestionando al régimen como lo había hecho tres años atrás, junto con cientos de estudiantes.

Hace 42 años fue precursor de la apertura democrática en México: formó parte de la primera camada de 18 “comunistas, rojos, hijos de la chingada” -como Gómez Álvarez escribió en su libro, se referían a los estudiantes en 1968- cuando allanó el camino para que la izquierda comenzara a despuntar entre las preferencias electorales. Fue diputado por el Partido Comunista Mexicano (PCM) en la LI Legislatura (1979-1982) en la Cámara de Diputados.

Desde entonces y hasta el pasado 30 de agosto de 2021 había hecho su carrera política como diputado, asambleísta y senador de la República. Nunca había trabajado para el Poder Ejecutivo, hasta ahora.

Soy un político en contacto permanente con las urnas. Desde 2018 soy parte de la nueva fuerza gobernante y no sería congruente negarme a asumir una responsabilidad como la que me ha planteado el presidente, no puedo decir que no. Tengo que asumir, porque este cargo es de gobierno y la veo como una tarea más de las que he tenido, hay que entrarle. Si hemos llegado por decisión popular al gobierno, pues hay que ejercerlo. No hay que huirle”, dijo a Excélsior, horas después de haber sido nombrado titular de la UIF en sustitución de Santiago Nieto.

En 1982 formó parte de la presidencia colectiva del Partido Socialista Unificado (PSUM) -sucesor del PC-, junto con Martínez Verdugo, José Woldenberg y Amalia García. En 1987, Miembro fundador del Partido Mexicano Socialista (PMS). En 1989 fue uno de los fundadores del PRD. Diez años después, en 1999 se convirtió en el primer presidente del PRD que no había sido miembro del PRI. La estafeta perredista se la entregó Andrés Manuel López Obrador, quien salió de la dirigencia del PRD a competir por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.

Gómez Álvarez, de 75 años, que difiere generacionalmente del presidente López Obrador, que cumplió ayer 68, ha sido sin embargo un convencido del liderazgo del tabasqueño.

En 2006, cuando López Obrador reclamó fraude electoral en la contienda presidencial, Pablo Gómez defendió el reclamo. Se refirió a una manipulación, que degrada a los consejeros electorales, minando el prestigio de la autoridad electoral.

Años después, cuando López Obrador se empezó a separar del PRD, por ahí de 2012, Pablo Gómez le dio la razón de la ruptura y entonces la incipiente idea de formar un nuevo partido —Morena nació como movimiento al interior del PRD hace 10 años y tiene 7 como partido político—.

A mediados de septiembre de 2012, en un trabajo de Excélsior sobre la situación de la izquierda, a partir de las elecciones de ese año y la inminente salida de López Obrador del PRD, Gómez, expuso que las causas del rompimiento de López Obrador eran reales, “no son de una decisión personal. Durante varios años se fue incubando esa escisión, no es algo que haya surgido en los últimos meses. Esta división se fue poco a poco haciendo y a partir de ahora el PRD tiene que definir una nueva política unitaria, no solamente hacia el partido que va a formar Andrés Manuel, sino hacia toda la corriente progresista de México”.

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