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Nacional

Histórico 1968: CNH pinchó donde más dolía

Tan pronto como el Ejército desocupó Ciudad Universitaria, en conferencia de prensa los estudiantes dijeron que no boicotearían los Juegos Olímpicos, “pero que se realizarán manifestaciones si es necesario”
 

Andrés Becerril | 01-10-2018
Los estudiantes acordaron que los siguientes mítines estaban programados para realizarse en la explanada de Rectoría, uno a las 12:00 horas y otro a las 17:00 horas de ese 1 de octubre de 1968.
Los estudiantes acordaron que los siguientes mítines estaban programados para realizarse en la explanada de Rectoría, uno a las 12:00 horas y otro a las 17:00 horas de ese 1 de octubre de 1968.

CIUDAD DE MÉXICO.

Ocho horas después de que el Ejército desocupó Ciudad Universitaria, el Consejo Nacional de Huelga (CNH) volvió a la carga. Tocaron uno de los nervios más sensibles que hace 50 años tenía el gobierno en ese momento: los XIX Juegos Olímpicos México 68.

El 1 de octubre de 1968, Excélsior publicó como nota principal la información generada el día anterior y publicada en Últimas Noticias Segunda Edición, conocida como La Extra, que fue la salida de CU del Ejército, hecho que sucedió a partir de las 12:25 horas y que en diez minutos se consumó el desalojo.

En esa misma nota, firmada por Antonio Ortega, estaba la información que volvió a prender las alarmas en el gobierno federal, que esperaba inaugurar los Juegos Olímpicos el 12 de octubre, después de casi cinco años de preparativos. El Comité Olímpico Internacional se los otorgó en octubre de 1963.

La información de marras afirmaba que la huelga estudiantil seguiría. El 30 de septiembre de 1968 en la Ciudad Universitaria, ocho horas después de la desocupación militar, el CNH declaró que el 1 de octubre se realizarían dos mítines de desagravio a la UNAM y que formularían una denuncia por los daños causados por la fuerza pública en las instalaciones de CU.

Los estudiantes volvieron a poner énfasis en que el Movimiento Estudiantil no tenía como finalidad boicotear los XIX Juegos Olímpicos. “Pero que se realizarán manifestaciones si es necesario”. Esta posición estudiantil, es, en el contexto del conflicto que llevaba 70 días, lo que se perfila como una afrenta al gobierno.

La información de Ortega señalaba que fueron nueve los integrantes del CNH, que se identificaron, los que habían hecho esas declaraciones, durante una conferencia de prensa efectuada en el auditorio de la Facultad de Ciencias, a las 20:30 horas del 30 de septiembre de 1968.

En esa conferencia se informó del acuerdo de continuar con el movimiento. El CNH reiteró la decisión de que sólo las asambleas de cada escuela pueden decidir si vuelven o no a clases. Los siguientes mítines estaban programados para realizarse en la explanada de Rectoría, uno a las 12 horas y otro a las 17 de ese 1 de octubre de 1968. También se dijo que mañana (2 de octubre de 1968), a las 17:00 horas, partiría una manifestación de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, hacia el Casco de Santo Tomás, donde los estudiantes pedirán la inmediata desocupación de los edificios escolares que todavía estaban en poder de las fuerzas públicas. Asimismo, se pidió castigo para las personas ajenas al Movimiento Estudiantil que cometieron actos terroristas durante los últimos días.

La nota publicada en Excélsior hoy hace 50 años informó que los estudiantes que hablaron en esa conferencia de prensa fueron: Leobardo López, Roberta Garduño, Sócrates A. Campos (Lemus), Gilberto Guevara (Nieblas), Gustavo Gordillo (De Anda), Raúl Álvarez (Garín), Guillermo Michel, Dana Arerburu y Ana María Cello. Además de periodistas, hubo fotógrafos y algunos camarógrafos y comentaristas extranjeros.

En el contexto de la desocupación del campus universitario, Excélsior publicó los partes oficiales de la UNAM y de la Secretaría de la Defensa Nacional. La nota reveló que ni la Universidad Nacional Autónoma de México, ni la Secretaría de la Defensa Nacional precisaron en sus respectivos boletines oficiales quién pidió la salida del Ejército de Ciudad Universitaria.

El parte de la Secretaría de la Defensa fue el siguiente: “La Secretaria de la Defensa Nacional informa que el día de hoy (30 de septiembre de 1968), a las 12:30 horas, el C. general brigadier José Hernández Toledo, al mando de las tropas que se encontraban en la UNAM, hizo entrega de las Instalaciones a los CC. contador Ernesto Patiño Hernández, director general de Administración de la Universidad Nacional, y el licenciado Octavio Roca Marín, director del Patrimonio de esa casa de estudios, representantes debidamente acredita dos por las autoridades universitarias para la recepción de la mencionada Universidad. Una vez terminada la entrega, las tropas se retiraron a sus recintos militares”.

La UNAM, por su parte, informó: “Hoy a las 12:30 horas, las fuerzas militares desocuparon Ciudad Universitaria. El secretario de la Defensa Nacional, general Marcelino García Barragán, según se nos informó, ordenó al general José Hernández Toledo que entregara a los representantes acreditados de la UNAM, los edificios e instalaciones. El licenciado Jorge Ampudia H. secretario auxiliar de la UNAM, dirigió la siguiente comunicación al general Toledo: “En relación a su atento oficio 45793, de fecha de hoy, confirmo a usted que por acuerdo superior han sido comisionados como representantes de la Universidad Nacional, para la recepción de los terrenos, edificios, e instalaciones de la UNAM, el contador Ernesto Patiño y el licenciado Octavio Roca Marín”.

En el mismo comunicado de la UNAM de hoy hace medio siglo, se asentaba que las oficinas de la rectoría habían sido encontradas intactas y sin faltantes.

A las dos de la tarde del 30 de septiembre de 1968 (se publicó al día siguiente), el rector Javier Barros Sierra se presentó en sus oficinas en Rectoría. Llegó junto con el secretario general, Fernando Solana. Solana llegó a ser secretario de Educación Pública, en dos sexenios distintos, canciller, titular de la Secretaría de Comercio y senador de la República.

En nombre del rector, la oficina de prensa de la UNAM hizo en el siguiente llamado: “El rector Barros Sierra convoca a todos los investigadores, técnicos, personal de difusión cultural y de administración a que, de inmediato, reanuden sus labores, y reitera la exhortación que implícitamente hizo a todos los miembros de la comunidad universitaria en su último discurso a la H. Junta de Gobierno”.

En el boletín, Barros Sierra determinó como consideraciones de importancia, las siguientes: “La razón, los argumentos claramente expuestos, las demandas legalmente manifestadas, deben ratificar que pertenecemos a una institución cultural”, esto, en razón de que: “... Para que seamos respetados, es necesario que respetemos a otras instituciones, en, primer lugar a las de la República”.

También subrayó el rector el siguiente párrafo: “Aguardan a la juventud grandes empresas que exigirán su más decidido esfuerzo, su imaginación y su desinterés y ante esa perspectiva, debe ser una generación preparada en el estudio y la acción creadora. Y dentro de esa recomendación, algo especial: “Que la juventud no incurra en desbordamiento de las pasiones y en procedimientos que hacen negativos o al menos infructuosos sus empeños”.

Hoy hace 50 años, en la información de la desocupación militar de CU Excélsior dio a conocer la declaración del director de la Escuela Nacional de Arquitectura, arquitecto Ramón Torres Martínez.

Dijo que después de la ocupación militar de 12 días, en su plantel sólo encontró algunos vidrios rotos, pero que todo lo demás estaba en perfecto estado.

Al referirse a la salida del Ejército, comentó: “Es el primer paso importante, ahora nos corresponde a todos reforzar la actitud del señor rector. Es evidente que los muchachos ya sienten cuál es su responsabilidad. Es necesario dar en seguida el segundo paso, entablar el diálogo para poner en marcha nuestras escuelas”.

Por su parte, el director de Filosofía y Letras, doctor Leopoldo Zea, no aceptó hacer un comentario sobre la salida del Ejército y la tarea que iniciarán los directores académicos y administrativos, de inmediato. Un día antes del desalojo, hubo una reunión de directores de escuelas y facultades con el rector Barros Sierra. Entonces se trató lo relativo a la pronta reanudación de labores administrativas, de investigación y culturales.

En la facultad de Medicina se acordó reorganizar la tarea de investigación en bioquímica, fisiología, farmacología. Así lo informó el doctor Carlos Campillo Sainz, quien recorrió su plantel y dijo que los daños eran menores.

Conforme transcurrieron las horas después de la salida del campus universitario, de las tropas al mando del general José Hernández Toledo, se estaba en espera de acordar una cita para una reunión extraordinaria de los miembros del Consejo Universitario, organismo al que asisten representantes consejeros directores, maestros y alumnos.

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