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En perjuicio de la pesca, mares mexicanos se calientan por cambio climático

El estudio Cambio climático en México: Recomendaciones de política pública para la adaptación y resiliencia del sector pesquero y acuícola señala que los efectos negativos tienen marcha atrás

Lorena Rivera | Ciudad de México | 16-11-2021
Foto: Especial
Foto: Especial

Los mares mexicanos se han convertido en una enorme olla que en los últimos años se ha calentado debido al impacto del cambio climático y uno de los efectos palpables está en el sector pesquero y acuícola, reveló un nuevo estudio.

El documento Cambio climático en México: Recomendaciones de política pública para la adaptación y resiliencia del sector pesquero y acuícola, que hoy se presenta y Excélsior tiene copia sostiene que es factible reducir los impactos negativos.

Revertir la afectación por el aumento de la temperatura, acidificación y disminución de oxígeno en los mares mexicanos en detrimento del sector pesquero y acuícola —señala el estudio—, necesita de un programa nacional de pesca y cambio climático; crear un atlas de riesgo; aumentar la inversión en la generación de conocimiento; abrir espacios de comunicación entre gobierno y comunidades pesqueras e impulsar la coordinación entre los diferentes actores.

Para llegar a esas recomendaciones, se realizó un análisis detallado de lo que ya sucede por el cambio climático, como el incremento de la temperatura en la superficie y hasta cuatro mil metros de profundidad en el mar Caribe y el Pacífico.

Además, el aumento del nivel del mar, la acidificación y la disminución del oxígeno disuelto, esencial para la vida marina, alteran no sólo a las especies de importancia comercial, sino también a toda la cadena trófica que sostiene los stocks pesqueros, dijo en entrevista Marina Abas, experta en ciencias marinas y costeras, y una de las voceras del grupo consultor principal, liderado por el doctor Héctor Reyes Bonilla.

Esas amenazas climáticas extremas afectan el equilibrio de los océanos y de los ecosistemas costeros, lo cual tiene un impacto directo en la pesca como los días en altamar, la infraestructura de la industria y la maricultura, así como la pesca a pequeña escala, explicó.

Modelamos dos escenarios futuros, a mediano plazo para 2050 y de largo plazo para 2100, que muestran las trayectorias socioeconómicas en función de dos diferentes comportamientos: el business as usual o basado en combustibles fósiles, y el de mayores ambiciones para la mitigación y menor necesidad de adaptación”, indicó.

El estudio realizado por Environmental Defense Fund de México (EDF) e Impacto Colectivo por la Pesca y Acuacultura Mexicanas proyecta que para 2050, en un escenario de alta mitigación se espera un aumento de temperatura de hasta 1°C para ambos litorales y para la flota industrial significaría bajas en la productividad primaria de hasta 20% y el oxígeno disuelto disminuiría en todas las regiones.

En un escenario business as usual, Abas indicó que en 2100, la flota industrial enfrentaría aumentos de temperatura más elevados, disminución exagerada de oxígeno y caída pronunciada en la productividad primaria en los sitios de maricultura.

En un escenario sin mitigación para 2050 se espera una disminución de la productividad primaria hasta del 30% y las zonas tendrían una baja de oxígeno de entre 20% y 50%, y un aumento de temperatura de hasta 2°C.

Para la pesca artesanal o de pequeña escala, continuó Marina Abas, en un escenario de alta mitigación para 2050 se espera una pérdida de 10% de la producción primaria y un aumento de 1ºC; mientras que en un escenario business as usual se visualiza un aumento de la temperatura de más de 1°C, disminución de oxígeno y caída de la productividad primaria de por lo menos 80 por ciento.

En el peor de los escenarios para 2100, dijo, el estudio proyecta un aumento de hasta 4.5°C.

La investigadora resaltó que el estudio por eso recomienda aumentar el conocimiento a través de mayor inversión para realizar modelos cada vez más precisos.

En este sentido, Leonardo Vázquez Vera, investigador en ecología y manejo de ecosistemas marinos y también vocero del estudio, agregó que por eso es crucial identificar cuáles podrían ser los efectos en las capturas y en las personas involucradas en las pesquerías, “y una pesquería que resume lo que pasa es la captura de abulón en el Pacífico, donde acidificación y baja de oxígeno se relacionan con eventos de mortalidades masivas, asociadas a mareas rojas y a más de dos o tres fenómenos, y se han documentado pérdidas de entre 70 y 80% del tonelaje promedio de captura de abulón”.

México tiene 25 pesquerías que contribuyen al 75% del volumen total nacional estimado en alrededor de 2.1 millones de toneladas e incluye acuacultura y pesca, y se calcula que 21 de esas 25 pesquerías van a enfrentar reducciones en la captura potencial, por lo que el impacto será tremendo para muchísimas poblaciones y comunidades.

No estamos diciendo que una comunidad dependa sólo de un recurso, porque puede tener siete o más, dependiendo de la región, esto es importante para no mandar un mensaje erróneo, porque no quiere decir que van a dejar de producir por completo, sino que habrá menores capturas”, indicó Vázquez Vera.

El estudio hace énfasis en que gracias al marco legal que hay, el país puede enfrentar las perturbaciones futuras, pues cuenta con un Sistema Nacional de Cambio Climático (SINACC), “responsable de propiciar sinergias para enfrentar de manera conjunta la vulnerabilidad, los riesgos del país y establecer las acciones prioritarias de mitigación y adaptación al cambio climático, donde se vinculan las necesidades del sector agroalimentario.

En la práctica no parece dar los resultados esperados, puesto que no ha logrado la concurrencia, la vinculación ni la congruencia entre programas, acciones e inversiones de los tres órdenes de gobierno con el Programa Especial de Cambio Climático (PECC)... tampoco se han alcanzado las metas de aplicación en las entidades federativas y municipales; algunos de los estados con mayor relevancia en la producción pesquera y acuícola del país están relativamente rezagados en impulsar la creación y aplicación de instrumentos de política pública…”.

El estudio recomienda crear espacios directos de comunicación entre gobierno, comunidades de pescadores, organizaciones de la sociedad civil y la academia para abrir los canales de participación y enriquecer el conocimiento que se tiene de las localidades productivas.

Porque a nivel global se reconoce que la pesca enfrenta una situación crítica, y la acuacultura para nuestro país puede tener un rol muy importante en la soberanía alimentaria, dijo Vázquez Vera, y con este tipo de estudios, México puede posicionarse debido al gran potencial que tiene como productor, pero debe acompañarse del mercado, ya que “no sólo es producir más, sino vender mejor para tener mayores beneficios, por lo cual es muy importante instituir un programa nacional de pesca y acuacultura ante el cambio climático y sobre esto, el gobierno ha tomado la iniciativa a través de la Sader y ya se gesta este plan”.

Además, agregó, hace falta un atlas de riesgo para el sector y así saber qué tan expuesta está una localidad, qué tan sensible es frente a los efectos del cambio climático y cómo puede responderse ante esos impactos, porque “la economía de más de 300 mil personas depende directamente y dos millones, indirectamente, de la cadena productiva; así que el atlas es otra de las recomendaciones del estudio”.

Marina añadió que el atlas debe revisarse constantemente, porque no existen modelos que predigan posibles futuros debido a que hay muchas variables.

Es fundamental identificar cuáles son las condiciones que hacen más susceptibles las costas, como Quintana Roo, Yucatán o Tabasco, agregó Vázquez Vera, sumada la región donde se da la mayor producción, que es el noroeste (Baja California Sur, Baja California, Sonora, Sinaloa y Nayarit), que, de alguna manera, es más vulnerable.

Pero no quiere decir que no puedan adaptarse, de hecho el noroeste tiene mayor capacidad de adaptación y el estudio permite ver los tres componentes que son sensibilidad, exposición y capacidad adaptativa por separado y observar el índice integrado de vulnerabilidad donde la dependencia de la pesca es mayor”.

Es crucial, dijo, conectar lo anterior con las políticas públicas, que permita a las localidades fortalecerse para responder a eventos extremos.

Para la realización del estudio participaron más de 70 personas entre académicos, representantes de gobierno, de organizaciones de la sociedad civil, representantes de las comunidades productoras, así como el equipo consultor conformado por 12 personas de cinco instituciones.

 

cva

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