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Expresiones

Presentarán la obra ‘Construyendo la carne’; sensualidad y ceguera, a escena

Es una puesta que cuestiona el significado de la belleza sin usar el apoyo visual

JUAN CARLOS TALAVERA | 25-06-2021
Foto: Cortesía Compañía Teatro Ciego
Foto: Cortesía Compañía Teatro Ciego

CIUDAD DE MÉXICO. ¿Una persona con discapacidad también puede ser considerada sexy o bella?, ¿qué significa ser hombre o mujer cuando una persona carece de la vista?, ¿cómo se han construido los cánones de la belleza hegemónica? A partir de esas tres preguntas la directora estadunidense Stephanie Sherman creó la obra de teatro Construyendo la carne, con la asistencia de Atanasio Cadena y Juan Carlos Saavedra, que dirige la compañía Teatro Ciego.

La pieza, que se presentará del 1 al 29 de julio en modalidad híbrida, tendrá funciones presenciales en la caja negra del Centro Cultural El Hormiguero y en modo virtual a través de su canal de YouTube, para abordar cómo los comportamientos normativos de feminidad y masculinidad se vuelven surrealistas y macabros, mientras los actores habitan identidades inesperadas que cuestionan el género.

En el montaje aparecen cuatro personajes parecidos a animales (un médico, una enfermera, un padre y una madre), quienes descubren, nombran y manipulan dos “trozos de carne” (bebés previamente sin género), como si fueran marionetas.

Los animales instruyen a los dos bebés para moverse como “niña” y “niño” con toques y palabras violentas, en un proceso donde la masculinidad y la feminidad se convierte en doloroso y antinatural, que cuestiona el género no binario.

Construyendo la carne es una puesta en escena de teatro-danza o de habilidades mixtas, dirigido por Stephanie Sherman, una coreógrafa estadunidense que hace tres años nos contactó porque se había enterado que existía una compañía con actores ciegos y quería explorar e investigar una deconstrucción de género, especialmente con la discapacidad”, comentó Saavedra.

Ella tenía en ese momento una beca posdoctoral Fulbright y vino a trabajar con nosotros cerca de siete meses, en colaboración con el Centro Universitario de Teatro (CUT) de la UNAM, donde el montaje se convirtió en una colaboración entre Sherman, Teatro Ciego y el CUT, para lograr una pieza de teatro-danza cómica, oscura y conmovedora, la cual ataca la raíz cultural de la violencia de género”, abundó.

¿Qué tan difícil fue adaptar el trabajo escénico a actores ciegos y normovisuales? “Tuvimos que adaptar desde los conceptos. Además, Stephanie Sherman nunca había trabajado con actores ciegos o personas con alguna discapacidad. Ella traía un plan de trabajo súper armado y diseñado, pero como la coreografía tiene que ver con el cuerpo, una de las premisas de la actuación y de la danza es el contacto visual.

Sin embargo, con actores ciegos todo es distinto y hay que usar el tacto. Así que las cosas que un normovisual puede aprender en tres minutos, con los actores ciegos hay que dedicar tres horas para que puedan adaptar el movimiento.

Para Saavedra, la ceguera no sólo se trata de no ver, “porque también hay personas de baja visión o con ceguera adquirida, es decir, que vieron un poco, entonces también es interesante cómo se va construyendo el género y cómo entienden lo masculino y lo femenino”, aseguró.

Para lograr este trabajo, los actores debieron tallerear la pieza cerca de tres meses. “Se tuvo que adaptar a la cuestión de enseñanza y pasar información hasta ejecutar las mismas indicaciones.

Ése siempre ha sido un cuestionamiento en el teatro ciego, cómo ellos reciben la información para después ejecutarla”.

Esta pieza quiere romper el tabú de que las personas con ceguera no saben lo que significa, “desde sus reflexiones o su percepción del mundo, la feminidad o la masculinidad, que sexualmente son activos, aunque hay personas con discapacidad que necesitan apoyo para tener una vida sexual activa”.

Además, “queremos mostrar que el género no sólo gira en torno del rosa y el azul, sino que llegamos a esta cuestión binaria para dejar una gran reflexión, y saber que ahora debemos tener mucha más apertura a explorar nuestro propio cuerpo y nuestra propia sexualidad, es un poco cuestionar los límites de la construcción de género sobre todo en la sociedad mexicana”, concluyó.

Tanto las funciones presenciales como virtuales tienen costo y sus boletos se pueden adquirir en Boletópolis.

 

 

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