Luis Sepúlveda en letras e instantáneas en: ‘Hotel chile’, de Daniel Mordzinski
El artista de la lente argentino publica la “fotobiografía” del escritor chileno, con quien convivió durante 30 años

Esencialmente era un hombre libre que luchaba por lo que quería. Creía en el ciudadano comprometido. Quería mucho a Chile. No tenía lectores, sino militantes siempre fieles a su obra”.
Así describe el fotógrafo argentino Daniel Mordzinski (1960) al escritor y cineasta chileno Luis Sepúlveda (1949-2020), su amigo durante 30 años, a quien le dedica la “fotobiografía” Hotel Chile (Tusquets), obra efectivamente integrada por palabras e imágenes que define como un puente transversal entre la literatura y la fotografía.
La amistad, la hermandad que me unía y me sigue uniendo con Luis está intacta, a pesar de su muerte. Estoy seguro que me está dictando estas palabras y me está acompañando. Este libro también era muy importante para él”, explica en entrevista.
En el marco de la octava edición del Hay Festival Querétaro, donde presentó el volumen, el fotoperiodista compartió que cuando Sepúlveda falleció por covid-19, el 16 de abril de 2020, “me quedé roto y viendo cómo diablos podía cocer las heridas”.
En ese sentido, agrega, “me di cuenta de que la creación y la cultura puede permitirte recuperar momentos de vida. Esas historias que él me contaba durante nuestros viajes, lo que hacía en realidad era ponerlas a salvo, porque yo, guardián de las historias de Lucho, tenía que compartirlas alguna vez”.
Así nació Hotel Chile.
Una de esas historias fue sobre su padre: ‘Se llamaba Luis y era cocinero’, así narraba de manera oral. Me enteré que él, escritor de viajes y aventuras, nació en un hotel y que encima se llamaba Hotel Chile. Supe que era el título del libro”, añade el colaborador del diario español El País.
Siempre lo acompañaba. No había nada en su vida que hiciera donde yo no tuviera un pequeño lugar, y viceversa. Había una complicidad fruto del afecto y mucha confianza. Muchas veces me dijo al oído fotos, y yo frases o ideas. Creábamos juntos. No nos parecía ningún agravio. Todo fluía naturalmente como fruto del amor que es la amistad”, evoca.
Por esta razón, el artista de la lente dice que, de alguna manera, este libro pone punto final a su duelo. “Muestro sus diferentes facetas, la familiar, la personal, la del periodista de combate, la del director de cine. Nadie entró a su mundo y a su casa como yo.
También revelo una faceta totalmente desconocida, la de poeta. Cuando él muere, su esposa, la poeta Carmen Yáñez, me pidió subir a su cuarto y descubrí cajones y cajones de poemas, fechados, incluso uno que le escribió a Carmen a los 18 años. Decidimos publicar su poesía reunida, en Visor. Y aquí incluyo unos de esos poemas inéditos”.
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