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Expresiones

La literatura, decisión tajante; Storni y Pizarnik

La obra de ambas autoras cobró aún mayor trascendencia luego de que se quitaran la vida 

Alejandra Escartín | 08-03-2019
Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik, poetas argentinas. Fotos: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.

Estas dos poetas latinoamericanas vivieron distintas formas de lo femenino y, sin embargo, colindaron en su amor por la literatura, una pasión que las condujo, eventualmente, a concluir de manera voluntaria con sus vidas. Son dos de las más reconocidas autoras argentinas del siglo XX: Alfonsina Storni (1892-1938) y Alejandra Pizarnik (1936-1972).

HIJAS DEL EXILIO

A finales del siglo XIX, y durante las primeras décadas del XX, ocurrió la gran ola de inmigración europea a Argentina. La Constitución de 1853 de este país promovió la inmigración, eliminando las barreras para la llegada de extranjeros, con el fin de contrarrestar el decrecimiento de la población causado por las guerras civiles y la guerra de independencia.

Los padres de Alfonsina Storni, de nacionalidad suiza, se unieron a este movimiento y llegaron a la ciudad de San Juan, donde nacieron sus dos primeros hijos; sin embargo, en 1890 volvieron a su país natal, donde nació Alfonsina Storni el 29 de mayo de 1892. Cuatro años más tarde, la familia viajó de regreso a Argentina para reinstalarse en San Juan y luego en la ciudad de Rosario, donde crecería la poeta.

Alejandra Pizarnik, por su parte, nació el 29 de abril de 1936, en el seno de una familia rusa y judía, cuyos integrantes arribaron al país del Mar del Plata pocos años después del nacimiento de la autora. Para los Pozharnik (forma original en ruso del apellido) fue una separación dolorosa, según se sabe.

Su suicidio ocurrió el 25 de septiembre de 1972, tras ingerir una cantidad letal de seconal. La poeta estaba internada en el hospital siquiátrico Pirovano, debido a las alucinaciones que presentaba, síntoma de sus enfermedades mentales. Durante su estancia en el centro, escribió el poema Sala de Psicopatología, así como abundantes textos en sus diarios.

Escribió Pizarnik en 1971: “Van cuatro meses que estoy internada. Hace cuatro meses intenté morir ingiriendo pastillas. Hace un mes quise envenenarme con gas. Las palabras son más terribles de lo que me sospechaba. Mi necesidad de ternura es una larga caravana. En cuanto al escribir, sé que escribo bien y esto es todo. Pero no me sirve para que me quieran”.

En el caso de Storni, con el deterioro de su salud, y el suicidio de sus amigos poetas Leopoldo Lugones (1874-1938) y Horacio Quiroga (1878-1937) (con quien mantuvo una relación intermitente), partió a Mar del Plata. Luego de pasar una noche muy dolorosa, consecuencia de los restos del cáncer en su cuerpo, y de escribir su último poema Voy a dormir, que versa: “Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. / Ponme una lámpara a la cabecera; / una constelación, la que te guste; / todas son buenas, bájala un poquito”, la madrugada del 25 de octubre de 1938 se arrojó al mar desde un espigón en la playa La Perla.

Storni se acercó a la literatura a través de sus colaboraciones en la prensa argentina. Ingresó a la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales de Coronda en 1909, donde obtuvo el título de maestra rural. Durante esa época, comenzó a publicar sus primeros poemas en revistas locales, pero dejó la ciudad de Rosario y partió rumbo a Buenos Aires.

En 1916 publicó su primer libro, La inquietud del rosal, y comenzó a colaborar con las revistas El Hogar, Mundo Argentino y Atlántida.

El acercamiento de Pizarnik a la literatura estuvo originado por la curiosidad de sus lecturas de adolescente y la convivencia con intelectuales en su paso por los pasillos de la Universidad.

Publicó los poemarios Árbol de Diana (1962) y Los trabajos y las noches (1965), los cuales presentan una veta ligeramente romántica, según la crítica. En 1963 publicó La condesa sangrienta en la revista mexicana Diálogo.

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