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Expresiones

Escribir con estilográfica, sensaciones que sacuden el alma

¿Cuáles son los secretos que contienen este tipo de plumas? ¿Por qué nos enganchamos con la diversidad de tonos de las tintas y buscamos el mejor papel para realizar nuestros trazos?, ¿por qué no podemos parar de escribir?

Pedro Díaz G. | 11-05-2022
Fotografía cortesía: Alin Ponce de León / Fotoarte: Horacio Sierra
Fotografía cortesía: Alin Ponce de León / Fotoarte: Horacio Sierra

                                                             El escribir y ver la tinta húmeda es un placer,

                                                             es como la música, escribir calma a la bestia

                                                             que muchos tenemos dentro.
                                                                                                                         Gus Cas

 

¿ Alguna vez imaginaron que aquellas letras aprendidas de niños, caligráficas o de molde serían años más tarde una arrebatadora pasión?

El descubrimiento de las plumas estilográficas es un manjar que la vida ofrece y que nadie debería de perderse, a la edad que sea. Seguir el ritual del entintado, conocer las partes que la componen y plasmar la tinta en la hoja de papel, de acuerdo con la presión, el ángulo y la firmeza de la mano, es simplemente sublime.

¿Cuáles son los secretos que contienen este tipo de plumas? ¿Por qué nos enganchamos con la diversidad de tonos de las tintas y buscamos el mejor papel para realizar nuestros trazos? Será porque, desde hace un par de siglos, con pluma fuente se ha escrito el acontecer de la humanidad.

Nunca imaginé que volver a aquellas letras aprendidas de pequeño se convirtieran años después en un cúmulo de sensaciones. Cuando trazo líneas con una estilográfica siento que la genialidad humana me acompaña en cada frase.

 

(Clic para leer en PDF)

 

¿Cómo definir esa pasión por la pluma, la tinta y el papel?

Para conocer esos secretos detrás de la práctica nada habitual de escribir en pluma fuente consultamos a quienes lo hacen cotidianamente.

Abe Cherem expresa esa comunión con la intimidad: “Totalmente de acuerdo. Desde la primaria me gustaban. Poco práctica cuando se acababa el cartucho y no llevaba otro de repuesto. Ahora, sin mucha intención al respecto, tengo una colección de plumas y tintas. Cada una da algo, cada una con su personalidad. Mucho es el placer que dan. Plasmar ideas sobre el papel en la intimidad de la solitud es una especie de meditación”.

A Héctor Valle Soto le atraparon, como a muchos, el tono de las tintas: “Se me mejora la letra con uso de pluma fuente. Me gusta mi letra y me gusta leer lo que escribo. Las tintas tienen diferentes tonos en cada color de tinta. Es cierto lo que dicen. Se vuelve un vicio comprarlas y a veces hasta de colores difíciles de encontrar. Nos llega a gustar un color que siempre estuvo ahí, pero de un tiempo a la fecha nos gusta más. El color morado tiene varios tonos y es muy llamativo”.

Hugo R. González escribe a todas horas: “Recuerdos, deleite si fuiste agraciado con una letra bonita, remotivarme a escribir aun las notas del día a día, y agregarle un temperamento sanguíneo-melancólico... un placer”.

Francisco Brestolli se confiesa: “Siempre tuve una caligrafía más que aceptable, pero desde la aparición de la PC y empezar a no escribir manualmente perdí esa virtud. Trato de amigarme de nuevo con mi letra, prolija y limpia”.

* * *

Liliana Moscoso me pregunta si es necesario que todo el tiempo traiga tres libretas. Y sí, la de los apuntes cotidianos; la de los trazos de mi vida, pues cualquier momento es ideal para plasmar tus recuerdos; y la amarilla, quizás la más bonita: querido diario, en la que puedes publicar en tiempo real.

Escribo y suspiro, de verdad.

 

 

Poner un poco de orden en tu vida, así sea a la edad que cargo, es lo mejor que me puede pasar.

Absorto estoy con las plumas estilográficas, la caligrafía, las tintas y sus infinitas posibilidades; y, ahora, el orden y la belleza de un lindo estuche de plumas.

No dejo de escribir.  

Me hace muy feliz.

* * * 

El término caligrafía, que significa escritura bella, en griego antiguo, es el arte de brindar a las letras escritas a mano un aspecto grácil y artístico. Crear letras de formas exquisitas en tinta requiere talento y práctica.

Nunca fui tan ordenado como ahora que me enamoré de las estilográficas y a estas alturas hasta tengo una lista con los detalles de cada pluma. Lo más interesante, además, es que no importa el precio de las plumas, cada una tiene un alma especial y puede ser que la Wingsung 6100, de 70 pesos, le compita en querencia a la Montblanc 149, de 20 mil. Podría decirse mis dos favoritas.

No escribía en pluma fuente desde hace cuatro décadas, cuando menos. Papá me enseñó el gusto por las estilográficas; su letra es verdaderamente hermosa. Y su firma más aún. Muchos años después escribo una columna periodística cuyo distintivo es una pluma fuente. En la pandemia me di el gusto y me compré la primera. Muy pronto le siguieron las demás.

Con una pequeña colección comienzo, como en la escuela, a recordar los trazos. Lo mío siempre han sido las letras, pero la distancia con la pluma estilográfica me hizo olvidar el placer oculto de la escritura. Ensayo todo el tiempo, escribo notas. Cambio de una pluma a otra. Me embeleso con los tipos de letra y con el recorrido de la tinta sobre el papel. Plasmo, como cuando iba en la primaria, hoy, todas mis emociones, que se desbordan. Amo entintar las plumas fuente, señal de que cabalgamos, Sancho.

 

 

 

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