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Expresiones

De amores, ciudades y arte en la obra ‘Torres’, de José Ramón Ruisánchez

El narrador mexicano evoca su educación sentimental y visual, y la historia de su pasión por la lectura

Virginia Bautista | 15-01-2022
Foto: Cortesía María Moreno
Foto: Cortesía María Moreno

 

CIUDAD DE MÉXICO. Un aprendizaje de amor, un diálogo con el pasado, la historia de su pasión por la lectura, la pintura y el cine, el recuerdo de las mujeres que marcaron su vida. Todo esto es Torres (Era) para el narrador y ensayista mexicano José Ramón Ruisánchez (1971).

A medio camino entre el ensayo, la autobiografía y la crónica, Torres es el complemento, aunque diferente, de Pozos, el título anterior del catedrático de la Universidad de Houston.

Hago un guiño con los títulos: los pozos hacia abajo, las torres hacia arriba. Hay un diálogo entre los dos, los concebí de manera paralela. Pozos es la evocación de los amigos; y Torres la de los amores, las mujeres que han marcado mi vida, está poblado de personajes femeninos.

El primero es más fragmentario y el segundo más narrativo y chismoso. Con Pozos aprendí a escribir de una manera más amable. También hay una cosa cruzada, porque en Pozos el personaje central es mi madre, y en Torres, mi padre”, afirma en entrevista con Excélsior.

Explica que Torres puede leerse como un aprendizaje de amor. “El irse moviendo hacia una pareja más madura y estable. En una especie de juego, todos los nombres de las mujeres son atributos de la Virgen; y el último es el único que no cambié, es el de María, mi esposa.

Es también un diálogo con el pasado, porque María es mi pareja de adulto, estable, pero también fue mi novia de la secundaria. Es el reencuentro”, agrega.

Añade que las mujeres que aparecen en Torres “no sólo son las que me enamoran, sino las que me enseñan sobre el cine, la poesía y el arte. Me rompen el corazón, pero me dejan un legado. No supe ver que me iban a dejar por otro, pero después revaloré mis aprendizajes”.

El autor de Nada cruel aclara que este libro es además la historia de su amor por la lectura y la pintura. “Juega con tres imágenes: la mujer de la que me enamoro, la poética y la de las artes visuales. Están trenzadas, una lleva a la otra: cierto poema me ayuda a ver mejor la pintura y cierta obra me recuerda un poema”.

Es decir, Ruisánchez entreteje su educación sentimental con su educación visual. “Es la historia del muchacho que se enamora, que vive, que se decepciona. Evoca los amores que se convierten en brasas, ruinas, fantasmas. El libro trata no sólo de lo que veo, sino de lo que no supe ver”.

Por ejemplo, narra, a pesar de que vivía en
Washington (EU), se percató del ataque al Pentágono y a las Torres Gemelas en la noche de aquel 11 de septiembre de 2001. “Hoy, con la pandemia, estamos viviendo un momento que nadie veía venir”.

El viaje ha sido también una actividad importante en la maduración del escritor, pues Torres se desarrolla lo mismo en París y Venecia que en Buenos Aires, Nueva York y Ciudad de México.

El moverse, el ser extranjero, el estar en una ciudad que no entiendes bien, ayuda a conocerse; pero también regresar a la urbe propia y verla de otra manera. Esto te motiva a sentir y entender de otra manera”, señala.

Indica que el diario fue la columna vertebral para la confección de Torres. “Fui diarista muchos años. Regresé a mis escritos para ver qué había dicho el joven que fui y que ya no soy. Uno encuentra sorpresas. Descubres que lo que después fue importante a lo mejor es una línea perdida en tu diario. No diferencias lo trivial y lo que después marcará tu vida.

Empiezo a escribir diarios después del terremoto de 1985 y no sé decir el momento exacto en que dejo de ser diarista; creo que conforme me voy volviendo escritor. Pero escribí diarios durante 20 años de manera consistente”, asegura.

Con Pozos y Torres se cierra la pinza de estos textos autobiográficos. “No habrá una trilogía. Ahora estoy preparando un libro sobre la literatura del siglo XIX mexicano; un homenaje a mis maestros, como José Emilio Pacheco. Y regreso a la ficción, pues preparo una nueva novela”, adelanta.

 

 

 

 

THIAGO DE MELLO MURIÓ

El poeta brasileño Thiago de Mello (1926-2022) falleció ayer a los 95 años en su residencia de Manaos.

En redes sociales, la editoral Globo que publicaba las obras de este autor y Wilson Lima, gobernador del estado de Amazonas, expresaron sus condolencias.

Thiago de Mello fue  también ambientalista y defendió a su Amazonia natal de la tala clandestina. Es autor de Silencio y palabra (1951), La canción del amor armado (1966), Los estatutos del hombre (1977), Un campo de margaritas (1986) y De una vez por todas (1996).

-Redacción

 

Imagen intermedia

 

Foto: Tomada de @DiazCanelB

 

cva

 

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