5 poemas de Pablo Neruda, el Nobel de Literatura chileno

Al conmemorar 121 años de su nacimiento, recordamos a un poeta cuya obra sigue siendo de las más reconocidas a nivel mundial por el público de todas las generaciones.

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Pablo Neruda: 5 poemas para celebrar su nacimiento

Nacido el 12 de julio de 1904 en Parral, Chile, Pablo Neruda, cuyo nombre real fue Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, se convirtió en una de las voces más influyentes y universales de la poesía del siglo XX.

Huérfano de madre desde su primer mes de vida, creció en la provincia chilena de Temuco junto a su padre y su “mamadre”, como solía llamarle, Trinidad Candia.

Desde joven mostró un impulso creativo inusual, pues a los 13 años ya publicaba artículos y poemas en diarios locales.

En 1920, es decir, a los 16 años de edad del escritor chileno, decidió adoptar el seudónimo de Pablo Neruda, con el que firmaría una vasta obra de profundo lirismo y compromiso social.

Su carrera literaria despegó con las obras Crepusculario (1923) y Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), obras que lo consagraron como poeta del amor y la melancolía.

Más tarde, con Residencia en la Tierra (compuesto por dos partes, la primera escrita entre 1925 y 1931, mientras que la segunda fue escrita entre 1931 y 1935) y Canto General (1950), Neruda exploró la condición humana, la lucha de los pueblos de América Latina, consolidando una voz poética tan íntima como política.

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Pablo Neruda: 5 poemas para celebrar su nacimiento. Foto: Getty.

Diplomático, militante comunista, exiliado y Premio Nobel de Literatura en 1971, su vida fue tan intensa como su poesía.

Neruda recorrió el mundo, defendió la libertad desde las letras y dio voz a los olvidados.

Su estilo evolucionó desde el simbolismo hasta la poesía coloquial y comprometida, con poemas que han trascendido el tiempo y se mantienen vigentes en la memoria colectiva de la literatura universal

Murió el 23 de septiembre de 1973, pocos días después del golpe militar en Chile, de acuerdo con el dictamen oficial, debido a una "caquexia cancerosa" por un "cáncer de próstata" con "metástasis" que se indica en su certificado de defunción.

Sin embargo, la polémica por su muerte ha sido objeto de debate e incluso la justicia chilena reabrió el caso pues las versiones que señalan que el Nobel fue envenenado no han cesado en décadas. 

Al conmemorar 121 años de su nacimiento, recordamos a un poeta cuya obra sigue siendo de las más reconocidas a nivel mundial por el público de todas las generaciones, con 5 poemas de su vasta creación literaria. 

Si tú me olvidas

Quiero que sepas

una cosa.

Tú sabes cómo es esto:

si miro

la luna de cristal, la rama roja

del lento otoño en mi ventana,

si toco

junto al fuego

la impalpable ceniza

o el arrugado cuerpo de la leña,

todo me lleva a ti,

como si todo lo que existe,

aromas, luz, metales,

fueran pequeños barcos que navegan

hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,

si poco a poco dejas de quererme

dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto

me olvidas

no me busques,

que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco

el viento de banderas

que pasa por mi vida

y te decides

a dejarme a la orilla

del corazón en que tengo raíces,

piensa

que en ese día,

a esa hora

levantaré los brazos

y saldrán mis raíces

a buscar otra tierra.

Pero

si cada día,

cada hora

sientes que a mí estás destinada

con dulzura implacable.

Si cada día sube

una flor a tus labios a buscarme,

ay amor mío, ay mía,

en mí todo ese fuego se repite,

en mí nada se apaga ni se olvida,

mi amor se nutre de tu amor, amada,

y mientras vivas estará en tus brazos

sin salir de los míos.

SONETO XXII

Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,

sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,

en regiones contrarias, en un mediodía quemante:

eras sólo el aroma de los cereales que amo.

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa

en Angol, a la luz de la luna de Junio,

o eras tú la cintura de aquella guitarra

que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.

Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.

En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.

Pero yo ya sabía cómo era. De pronto

mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:

frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.

Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

Silencio

Yo que crecí dentro de un árbol

tendría mucho que decir,

pero aprendí tanto silencio

que tengo mucho que callar

y eso se conoce creciendo

sin otro goce que crecer,

sin más pasión que la substancia,

sin más acción que la inocencia,

y por dentro el tiempo dorado

hasta que la altura lo llama

para convertirlo en naranja.

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Pablo Neruda: 5 poemas para celebrar su nacimiento. Foto: Getty.

Bella

BELLA,

como en la piedra fresca

del manantial, el agua

abre un ancho relámpago de espuma,

así es la sonrisa en tu rostro,

bella.

Bella,

de finas manos y delgados pies

como un caballito de plata,

andando, flor del mundo,

así te veo,

bella.

Bella,

con un nido de cobre enmarañado

en tu cabeza, un nido

color de miel sombría

donde mi corazón arde y reposa,

bella.

Bella,

no te caben los ojos en la cara,

no te caben los ojos en la tierra.

Hay países, hay ríos

en tus ojos,

mi patria está en tus ojos,

yo camino por ellos,

ellos dan luz al mundo

por donde yo camino,

bella.

Bella,

tus senos son como dos panes hechos

de tierra cereal y luna de oro,

bella.

Bella,

tu cintura

la hizo mi brazo como un río cuando

pasó mil años por tu dulce cuerpo,

bella.

Bella,

no hay nada como tus caderas,

tal vez la tierra tiene

en algún sitio oculto

la curva y el aroma de tu cuerpo,

tal vez en algún sitio,

bella.

Bella, mi bella,

tu voz, tu piel, tus uñas

bella, mi bella,

tu ser, tu luz, tu sombra,

bella,

todo eso es mío, bella,

todo eso es mío, mía,

cuando andas o reposas,

cuando cantas o duermes,

cuando sufres o sueñas,

siempre,

cuando estás cerca o lejos,

siempre,

eres mía, mi bella,

siempre.

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El mar

NECESITO del mar porque me enseña:

no sé si aprendo música o conciencia:

no sé si es ola sola o ser profundo

o sólo ronca voz o deslumbrante

suposición de peces y navios.

El hecho es que hasta cuando estoy dormido

de algún modo magnético circulo

en la universidad del oleaje.

No son sólo las conchas trituradas

como si algún planeta tembloroso

participara paulatina muerte,

no, del fragmento reconstruyo el día,

de una racha de sal la estalactita

y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,

incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven

que aquí llegó a vivir con sus incendios,

y sin embargo el pulso que subía

y bajaba a su abismo,

el frío del azul que crepitaba,

el desmoronamiento de la estrella,

el tierno desplegarse de la ola

despilfarrando nieve con la espuma,

el poder quieto, allí, determinado

como un trono de piedra en lo profundo,

substituyó el recinto en que crecían

tristeza terca, amontonando olvido,

y cambió bruscamente mi existencia:

di mi adhesión al puro movimiento.