Sebastián Luri

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El futbol y sus alrededores

América, Tigres: “ganar como sea”

13 de Diciembre de 2023

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  • El futbol está lleno de frases sin contenido aceptadas como verdades reveladas.

No distingo un favorito para la final; veo en ambos contendientes argumentos suficientes para ganar. Como el deporte es de momentos, mientras Tigres pareciera llegar más fuerte anímicamente por su desempeño ante Pumas, al América le pudiera haber generado alguna duda la sorpresiva derrota en casa ante Atlético San Luis, pero, sinceramente, no lo creo, vislumbro un desenlace totalmente incierto.

Un párrafo aparte merece el San Luis. En el Azteca revalidó los méritos acumulados en la temporada; hubiese sido muy injusto que los dirigidos por Gustavo Leal se hubieran ido al receso con el trago amargo de la goleada que sufrieron de local. Su nivel de juego, al igual que está sucediendo en España con el Girona, demuestra que, sin grandes presupuestos, pero con trabajo, coherencia y valentía, se pueden armar equipos protagonistas que jueguen bien a la pelota.

El futbol está lleno de frases sin contenido aceptadas como verdades reveladas. Se mantienen vigentes porque siempre se asumieron ciertas, pero pareciera que nunca nadie en su sano juicio reflexionó profundamente al respecto. En la víspera de definiciones importantes, como la que se avecina esta semana, se escuchan repetidamente en los medios; confieso que me cuesta digerir cómo se han naturalizado tantas falacias. Nunca deja de sorprenderme cuando escucho decirlas a protagonistas que pareciera que pasan (o pasaron) por la alta competencia por la dicha de su talento, pero sin ninguna capacidad para reflexionar sobre las complejidades del juego.

“Hay que ganar como sea” se dice como un mantra. Me gustaría que los iluminados que lo repiten tengan la generosidad de compartir la fórmula mágica del “como sea”; les aseguro que hasta los más románticos del buen juego la aplicaríamos sin dudarlo. “Las finales no se juegan, se ganan”: imagino que Siboldi y Jardine no deberían preocuparse por idear un plan de partido para potenciar el rendimiento de sus jugadores y el funcionamiento colectivo y sólo mostrarle a los futbolistas escenas épicas como las de William Wallace y, así, transmitirles que la convicción de ganar es suficiente para la gloria. Lo que me quedaría pendiente entender es qué sucedería si en el vestidor rival proyectasen imágenes de Rocky III…

Que no los engañen, para ganar una final primero hay que jugarla, y el que mejor lo haga probablemente se lleve al gato al agua. Los técnicos marcarán la estrategia y elegirán los futbolistas; los que, al fin y al cabo, como siempre, dictarán sentencia.

 

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