Alarma salud mental

• Ya son muchos los suicidios que están sucediendo entre futbolistas.

En los últimos años se ha tomado conciencia de la importancia del apoyo sicológico en el rendimiento de los deportistas. El futbol, siempre reacio a las nuevas ideas, hace tiempo que ha venido aflojando su resistencia e incorporando una herramienta cuyo mayor argumento para su implementación es el sentido común.

De los noventa minutos más el descuento… ¿cuánto tiempo está un futbolista interactuando con el balón y cuánto pensando? Si nos imaginamos que un finalizador como Hugo Sánchez no llegaba en un partido a los dos minutos en contacto con la pelota, y poco más de tres Xavi, cuando monopolizaba la construcción del juego en el Barça de Pep, entendemos que el lapso de tenencia de cada jugador es ínfimo si los comparamos con los casi 100 minutos “pensando”, según el tiempo que se termina jugando en la actualidad. Pero si a ello le agregamos la ansiedad del prepartido, la continua exposición mediática y las presiones de su entorno, ¿cómo gestiona un chico de veinte años esta exigencia mental?

La alta competencia ya entendió que lo sicológico complementa lo físico, lo técnico y la comprensión del juego en la visión global del rendimiento deportivo, sin embargo, este enfoque no siempre contempla lo más importante de todo: la salud mental integral del deportista.

Las alarmas son muchas: la multimedallista Simone Biles se retiró en Tokio 2020 por manifestar “demonios en la cabeza”, Ricky Rubio, experimentado jugador de los Cleveland Cavaliers se bajó del Mundial de Basquet para “cuidar su salud mental”, Noami Osaka se autoexcluyó de Roland Garros por los problemas de depresión y ansiedad que le ocasionaban las exigencias del circuito, etcétera.

El futbol tampoco es ajeno a esta realidad. Fueron impactantes las declaraciones de Dele Alli, confesándole a Gary Neville sus problemas de depresión y adicción a los somníferos, y contrastantes las sensaciones que vivieron De María y Renan Lodi luego del triunfo argentino en el Maracaná, en la última Copa América. Mientras Angelito con su gol terminaba su viacrucis personal por los supuestos “fracasos” con la albiceleste, el lateral brasileño arrancaba el suyo por fallar en el gol que dio la victoria a Argentina.

En el mundo ya son muchos los suicidios que están sucediendo entre futbolistas y poca la conciencia institucional. Para que esta realidad no se constituya en un flagelo es urgente que el Estado, los clubes y las federaciones implementen programas que aborden seriamente esta desafiante problemática.

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