Dos sopas

• Resulta fundamental el que se rodee de personas con experiencia y rectitud.

La pregunta obligada en estos días es acerca del futuro de la Conade. Muchas personas constantemente me cuestionan acerca del nombramiento de Rommel Pacheco y, francamente, no puedo decirles más que cosas positivas de la persona que he tenido el gusto de conocer desde hace varias décadas. Me parece un joven muy agradable, con muy buenos dotes en las relaciones humanas, lo que por sí sólo significa una maravilla ante la funesta relación de la actual directiva con los deportistas que se enfrentaron a un régimen de terror.

Rommel, evidentemente, no tiene la experiencia que requiere una responsabilidad de esa magnitud, ni mucho menos; en su historial no existe un puesto en el que tuviera a su cargo tantas personas, pero, más aún, tantas responsabilidades. Dos cosas son primordiales para darle la vuelta a la precaria situación de la institución gubernamental del deporte: honradez y buen trato a los deportistas, con tan sólo esas dos acciones, podría pasar a la historia por un cambio radical. El asunto no es fácil, lamentablemente la corrupción en el deporte, como en casi todos los sectores del gobierno, también es un lastre que detiene el desarrollo, y hay de dos sopas, o le entras al cochinero o la erradicas con acciones claras, firmes y que marquen un cambio total. Resulta fundamental el que se rodee de personas con experiencia, pero, sobre todo, con rectitud; pareciera imposible pensar en la transparencia de los seres humanos, pero al iniciar un nuevo ciclo nos queda la esperanza de que así será.

Si bien resulta muy criticable el chapulineo del futuro mandamás del deporte gubernamental en nuestro país, pues cambió de partido como de calcetines para estar cerca del poder, el asunto es que ha llegado a tan ansiado cargo, en el que muchos exdeportistas han fracasado, han delinquido cual asaltantes a mano armada, también por ahí han pasado amigos de presidentes que también han sido funestos, ahora tiene una oportunidad de oro para reivindicar a quienes por ahí han pasado con más pena que gloria.

Ojalá resulte un gran conciliador, ojalá esté muy cerca de los deportistas y sus entrenadores y busque proveerlos de lo necesario para que triunfen en sus especialidades, ojalá que sí, pues urge una gestión que cicatrice las profundas heridas que existen en el alto rendimiento.

Que no olvide tantas y tantas absurdas situaciones por las que pasó como clavadista, le hicieron por mucho tiempo la vida imposible, lo grillaron y desdeñaron, a él y a su entrenadora, ya conoce de qué van esas nefastas acciones.

Ojalá que en seis años hablemos de una gran gestión.

Ojalá…