Desde el Masters
La categoría, elegancia y tradición del Masters de golf es cosa aparte.Por mucho, el Masters de Augusta, Georgia, es el evento deportivo más especial de los que he tenido la enorme fortuna de acudir en mis más de cuarenta años en esta profesión, inmediatamente ...
- La categoría, elegancia y tradición del Masters de golf es cosa aparte.
Por mucho, el Masters de Augusta, Georgia, es el evento deportivo más especial de los que he tenido la enorme fortuna de acudir en mis más de cuarenta años en esta profesión, inmediatamente surge la idea de los Campeonatos Mundiales de Futbol o los Juegos Olímpicos, que están por arriba de todo lo demás por la inmensa importancia que tienen en el planeta, sin embargo, la categoría, elegancia y tradición del Masters de golf es cosa aparte.
El apego a las normas de etiqueta y elegancia que su gran creador, Bobby Jones, ha concebido como el gran cerebro del Augusta National Golf Club, allá en el inicio de los años treinta, ha permanecido hasta nuestro tiempo, y ésa ha sido la función de sus sucesores en la dirección del peculiar y exclusivo club de golf, al que sus socios son convocados por su trayectoria impecable en lo personal, así como por su labor para engrandecer el deporte de los bastones.
Sencillamente, el cuidado de los pequeños grandes detalles en toda la organización, el trato cordial y, sobre todo, la generosidad, son ingredientes que hacen de este templo sagrado del golf único y especial. Algunos opinan que son demasiado anticuados y muy especiales en todas sus normas, estrictos, pero sensacionales. El hecho de no utilizar tecnología para evolucionar en la información para los cerca de cincuenta mil asistentes cada día, pues se siguen manejando tableros manuales, donde se colocan manualmente números en cada casilla para informar los scores, tal como se hacía hace casi noventa años, el no permitir a los asistentes ingresar con celulares, el apego a la etiqueta en cuanto a la vestimenta, el comportamiento, el no permitir a los asistentes que corran, griten o cualquier manifestación fuera de lo permitido por las reglas no escritas, hacen de este torneo algo único.
Mención aparte merece el amplio continente de aficionados mexicanos que se han dado cita, y que, desde mi perspectiva, después de haber estado ya en nueve ocasiones, se incrementa notablemente. Se han dejado ver por aquí muchos golfistas de todo el país, como el caso del mi querido Paco Lavat, expresidente de la Federación Mexicana de Golf, a quien vimos muy animado conversando con su amigo de varias décadas, el gran e histórico Gary Player; Miguel Layún, el futbolista retirado y que, me dicen, juega un gran golf, también ha estado siguiendo de cerca a nuestro único representante, el amateur de Jalisco, Santiago de la Fuente, que, por cierto, tuvo magníficos diez hoyos en los que iba dos golpes bajo par, pero que, a partir del hoyo once y hasta el dieciocho, perdió la confianza terminando cuatro golpes arriba de par, ojalá que hoy juegue como los primeros diez y termine dentro del corte, se ve difícil pero no imposible.
