Respeto, no cariño

En una laaaarga conferencia de prensa fue presentado el nuevo entrenador de la Selección Nacional, el colombiano Juan Carlos Osorio.

Desconocido para muchos, con un mal recuerdo poblano que, en términos generales, no condiciona su corta carrera, ya que en su país natal creció como estratega y conquistó cosas muy importantes.

Educado, de buena expresión verbal y, por lo externado en su primera toma de contacto con los medios de comunicación, hombre de conceptos futbolísticos claros y muy fijos. De entrada, defendió su línea de tres centrales sin importar que ya casi no se practica en el mundo. Después definió físicamente, y de manera muy técnica, al futbolista mexicano, y es que habría que establecer que también es preparador físico, lo que, sin duda, abre un poco más el margen de análisis.

Hombre religioso con un concepto que me ha gustado: no viene a ganarse el cariño de la gente mexicana, incluyendo a los jugadores, sino su respeto y confianza. Y me gustó porque sí somos bipolares en ese sentido: viajamos del amor al odio a la velocidad de un rayo.

De igual forma, no señala a quienes cuestionan su designación, y hace bien, porque las dudas están fundamentadas y son razonables, además de que, desde ya, debe dirigir sus energías en situaciones de provecho.

Tendrá tiempo para observar, generar apuntes y conocer más del futbol mexicano y a sus futbolistas, no tanto para poner en práctica sus primeras hipótesis, así que el tiempo disponible para hacerlo deberá ser aprovechado al máximo.

Y mire cómo nada es absoluto. Siempre hemos criticado los partidos que Ferretti bautizó como moleros, juegos amistosos que no dejaban provecho futbolístico alguno, pero funcionaban como gancho económico. Bueno, hoy le vendrían bien un par de estos al colombiano antes de iniciar su camino a la Copa del Mundo de 2018.

Ahí vamos de nuevo, otra vez. Arrancando a la mitad del camino.