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Marchas y feminicidios

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Sí, otra vez. De nuevo son días de movilizaciones por nuestra vida. Nos matan. Nos violan. Nos ignoran. Por eso el grito desesperado. El que concentra a tantas de nosotras en las calles. El que pinta en paredes, el que incendia ánimos. El grito que desearía no ser tan sonoro, pero que sabe que de qué otra forma no será escuchado, porque aun así, con estridencia, resulta más cuestionado que la causa misma.

Tanto tiempo hablando de esto. Aunque por una sola muerte vale la pena soltarlo, por diez al día es urgente y necesario no callarlo.

El caso de Ingrid Escamilla nos llevó un poco más allá: nos mostró lo complicado que aún es para muchos (y extrañamente muchas) dar entrada a la protesta, tal vez no para sumarse a ella, pero siquiera para avalar su por qué.

Ésta es una causa feminista, pero tendría que ser una de todos. Mujeres y hombres. Mujeres que tengamos la seguridad para salir a las calles sin temor, con la certeza de que volveremos a casa, pero también de hombres que entienden que su género no es equivalente a superioridad alguna.

Mujeres y hombres que entendamos que la violencia de género no se reduce a eso, que estemos abiertos a identificar cada posibilidad de toxicidad y de violencia.

Por eso tenemos que ocuparnos todos. Mujeres y hombres.

También ustedes, hombres, como lo escribí hace unos días en este medio, son pieza fundamental para esta causa.

El respeto a las movilizaciones feministas no les resta ni responsabilidad ni espectro de acción. La convocatoria para ustedes está abierta, en grupo, ustedes, comiencen con la autocrítica y la búsqueda de vías que faciliten la erradicación de la violencia de género, desde su forma más sutil hasta esas expresiones que nos tienen aquí, hablando de las diez mujeres que son asesinadas diariamente, esas que tienen a cientos de mujeres en calles mostrando su sororidad.

Este gobierno ha sido lento en su respuesta, aunque, irónicamente, ha sido el más veloz en dar acuse de recibo a estas protestas.

Desde su configuración votó por dar a la mujer los espacios justos en su gabinete, en el entendido de que representamos a la mitad de la población. Y no debemos dar marcha atrás.

Todos los niveles de gobierno deberán entender las aristas todas de la violencia de género. “No fue violación porque fue con los dedos...”; expresó el secretario de Seguridad Pública de Zacatecas ante el caso de una mujer, Brenda, que fue agredida al interior de un penal varonil al que fue enviada por equivocación.

La coyuntura nacional no está para dar espacios a funcionarios de este nivel.

Para detener esta ola de violencia no tendríamos que salir a movilizarnos. El gobierno debería trabajar ya, con esa velocidad con la que fue pronunciado el decálogo por Andrés Manuel López Obrador, para dar garantías jurídicas al hacer una denuncia; certeza para cuidar la dignidad de las víctimas; contundencia en los procesos.

Aunque lo más importante, y por eso es que esto es tarea de todos: no tendríamos que ser sólo las mujeres quienes aporten a esta causa.

 

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