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Likes, likes, likes 

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

  • Desde la campaña de 2012 las redes sociales marcaron pauta.

Llevamos al menos 15 años viendo cómo el mundo digital ha ganado espacios en términos de operación política. Aún recuerdo cuando en países como Estados Unidos los formatos de debate cambiaron e integraron participación desde las redes sociales. En ese entonces, experimentamos con nuevas herramientas de vinculación sin intermediarios entre los candidatos y los potenciales electores. En aquellos primeros encuentros bajo este formato, las preguntas llegaban desde Twitter, Facebook y hasta de YouTube. Ya no sólo eran los ciudadanos que acudían a los foros ni la participación única de un moderador. Eran ejercicios más abiertos. Sin filtros o con una menor cantidad de ellos.

La evolución llegó de inmediato, con la misma velocidad con la que transita la información en internet. De los debates con presencia digital pasamos a un cross over que aún no se ha terminado por asentar: llevaron su personalidad a las plataformas o se crearon una, una que siempre los haga quedar bien. La finalidad es siempre la misma: llegarle a una audiencia que no es afín a la operación política tradicional ni a la que se hace a pie de calle.

Funcionarios y aspirantes a cargos de elección popular abrieron perfiles en redes sociales, los convirtieron en un escenario en el que estaban casi 24 horas. Integraron equipos para el manejo de sus cuentas y algunos más audaces optaron por manejarlas ellos mismos. Desde la campaña de 2012 las redes sociales marcaron pauta. En 2018 se repitió el fenómeno y en 2024 la tendencia será mucho mayor. Ya podemos verlo hoy con las corcholatas. Las cuatro reconocidas por Andrés Manuel López Obrador van que vuelan en busca de likes. TikTok se ha convertido en la red con más audiencia, en dónde interactúan millones de personas, en su mayoría jóvenes. Gran parte de las figuras públicas lo han entendido así, por eso no han dudado el subirse a las tendencias y, a veces, han tenido gran impacto.

Hace unos días, por ejemplo, Claudia Sheinbaum tuvo que desmentir que había planes para que el cantante británico Harry Styles actuara en la fiesta de fin de año capitalina; todo surgió por un video alusivo a la visita del intérprete que apareció en la cuenta de TikTok de la jefa de Gobierno. Marcelo Ebrard, otro ejemplo,  no paró de contarle a su más de 666 mil seguidores en TikTok cómo iba su visita en Qatar. En Instagram, ayer el canciller compartió a “Bond… Casaubond”, una imagen que hace referencia al agente privado más famoso del cine. Ricardo Monreal, uno más, trabaja para entender e integrarse a las tendencias que lo mismo piden bailar que hacer lecturas. Adán Augusto López ha sido el menos audaz en términos de comunicación digital.

“Sin abandonar sus funciones, los que sienten que tienen posibilidades ya empezaron a sonreír más, porque va a llegar la encuesta y entonces, el que gane la encuesta, ése va a ser. Yo no me voy a meter, pero sí voy a apoyar al que gane la encuesta, es decir, al que el pueblo elija con este método…”, expresó ayer López Obrador en su mañanera. Con ese espaldarazo que reciben, cada vez con más frecuencia, no sólo tienen motivos para sonreír, las corcholatas tienen carta abierta para intentarlo todo y conseguir likes, como primer paso antes de los votos. Y aunque hay margen de error, con la velocidad con la que se mueve todo en las redes, rápidamente se olvida y aparece una nueva oportunidad para sobresalir. Con esto en mente, ¿hasta dónde serán capaces de llegar? 

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