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Todo mal

Vianey Esquinca

Vianey Esquinca

La inmaculada percepción

Lo sucedido el jueves en Culiacán es un parteaguas en la historia de este sexenio. Habrá quien confirme que el gobierno se arrodilló frente al narcotráfico, y otros, haciendo suyo el discurso gubernamental, pensarán que liberar a Ovidio Guzmán López evitó una masacre. Lo que no deja lugar a dudas es el pésimo manejo de la comunicación en esa crisis.

El gobierno federal demostró de una manera muy didáctica cómo quebrar los mandamientos básicos del manejo de una emergencia.

Primer mandamiento: atenderás sin demora la crisis. Eso significa no esperarse casi seis horas para emitir un mensaje a la opinión pública. El tiempo y la calidad de la respuesta va directamente proporcional al impacto en la reputación de una institución.

Segundo mandamiento. Sacrificarás las fiestas, las giras y otros eventos que tengas en puerta. Mientras Culiacán estaba al borde del caos, el secretario de Seguridad estaba reunido con la American Society, ¿de plano no estaba enterado de que se estaba llevando a cabo un operativo? Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador no canceló su gira por Oaxaca, la mantuvo, restándole importancia a lo sucedido en Sinaloa. El tabasqueño ha sufrido a lo largo de su carrera política las consecuencias de minimizar un acto o tratarlo con soberbia. No debería seguir cometiendo esos errores.

Tercer mandamiento. No darás falsos testimonios ni mentirás ni confundirás. Es altamente probable que en una crisis no se tengan todas las respuestas, pero es mejor decir que estás recabando la información a mentir o dar múltiples versiones. Las dos salidas a medios del gabinete de seguridad fueron patéticas, no parecían los funcionarios que deciden la estrategia de seguridad del país, sino unos novatos, rebasados, improvisados, desinformados y maniatados.

Por su parte, la actitud del Ejecutivo en la mañanera del viernes tampoco ayudó. Ha sido una de las conferencias de prensa más desafortunadas. Se veía desencajado, enojado, agredió a los reporteros que preguntaron fuerte y la terminó abruptamente ante la insistencia de los medios dejando más dudas que respuestas. Los vacíos de información fueron de proporciones épicas.

Cuarto mandamiento. Honrarás a tus subalternos. El Gabinete de Seguridad culpó a las Fuerzas Armadas involucradas en el operativo. Los calificó de precipitados, de que no esperaron órdenes, de que se fueron por la libre. Si muchos ciudadanos se sintieron humillados cuando se soltó a Guzmán López, ¿qué pudieron pensar los militares que, además de exponer su vida, tienen que soportar los reproches?, ¿de verdad es creíble que hayan actuado por cuenta propia? En todo caso, ¿quién los llevó al matadero?

López Obrador sabe que la gente no lo culpa o le traslada los errores de sus subalternos, pero el jueves y el viernes decidió estirar al máximo esta estrategia poniendo como carne de cañón a su Gabinete de Seguridad.

Quinto mandamiento. No tomarás el nombre del pueblo en vano o buscarás culpables donde no los hay para justificar una mala actuación. El debate de si se hubiera evitado una masacre o no, no debió estar en la agenda nacional si las cosas se hubieran hecho bien.

Fue tan malo el manejo de crisis, que el control de daños le saldrá carísimo al gobierno, no sólo en la imagen nacional, sino también en la internacional.

Sus estrategas tendrán mucho trabajo para eliminar la percepción de que en este gobierno nadie ni nada por encima de la ley, excepto el narco, y que en México lo único organizado es el crimen organizado.

El Presidente de la República piensa que ese episodio no le afectará en su popularidad, y muy probablemente así sea en el corto plazo, pero es un hecho que en Culiacán se jugó una buena reserva de su capital político.

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