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No hubo manera

Vianey Esquinca

Vianey Esquinca

La inmaculada percepción

Pues no hubo manera de que el presidente Andrés Manuel López Obrador mostrara empatía hacia las mujeres que marcharán hoy y pararán toda actividad mañana. Hasta el último momento demostró cuánto le molesta este movimiento.

Lo que ocurrió esta semana sólo fue el reflejo de una larga lista de desaciertos. Primero, anunció que la venta de los boletos de la rifa del (no) avión iniciaría el 9 de marzo, día en que se convocó el Paro Nacional de Mujeres. Ante las obvias reacciones de enojo, el miércoles reculó y señaló: “Ni tenía en mente que el lunes era lo del día 9, el paro que se promueve del movimiento feminista”. Esta declaración dejó claro que, por decir lo menos, el paro lo tiene sin cuidado.

Todavía el viernes, en la mañanera, una reportera le puso el balón y le dio la oportunidad para meter gol al preguntarle: “¿Cuál es el mensaje de su gobierno a las mujeres de cara a estas movilizaciones?” Pero sus palabras no fueron para ellas, sino para sus adversarios: “Bueno, hubo también oportunismo, como en todo, quisieron montarse en el movimiento feminista los que siempre han estado en contra de la lucha de las mujeres por la igualdad”. La tenía, era suya y la dejó ir.

Luego volvió con los mantras con los que ha pretendido demostrar lo mucho que apoya al género femenino: la gran cantidad de funcionarias que hay en su gabinete y que las mujeres son las más beneficiadas de los programas sociales. Habría que decirle que en el país hay más mujeres que hombres, así que por simple matemática son más beneficiadas. La periodista le dio una nueva oportunidad al preguntarle si se consideraba feminista y él, fiel a su naturaleza, respondió: “Yo me considero humanista”.

¿El mandatario no tiene asesores que le advirtieran que el 9 de marzo era mal día para vender los boletos de lotería?, ¿ninguna mujer dentro de su gabinete le ha explicado lo que significa violencia de género, equidad y feminicidio? O ¿es él quien se niega a escuchar? El mandatario tendrá que pagar las consecuencias de vivir con delirio de persecución y asumir que la marcha y el paro eran en su contra, cuando no era así.

Como una medida desesperada para tratar de enderezar el barco, las integrantes del gabinete federal dieron un mensaje. Olga Sánchez Cordero señaló que el enojo de las mujeres se debía al machismo y al sistema patriarcal que origina las violencias de las que son víctimas. En eso la secretaria de Gobernación tiene razón y la tuvo que dejar ahí, pero se engolosinó y añadió: “las mujeres están muy enojadas, pero no con el gobierno”.

Hablar asumiéndose como vocera de todo el género nunca es recomendable, sobre todo si hay muchas mujeres que sí están enojadas con la falta de sensibilidad y arrogancia de López Obrador, están molestas con la indiferencia de los gobiernos locales que voltean hacia otro lado y se lavan las manos del aumento de feminicidios, sabiendo que la mayoría tiene que ser investigado a nivel local.

El 8 de marzo las mujeres marcharán y el 9 pararán para decir basta de la violencia e impunidad; basta de la hipocresía de los políticos de todos los partidos y de todos los niveles. Las mujeres, niñas, adolescentes deben poder salir a la calle sin miedo y transitar libremente sin temor a ser agredidas.

Pero también deben asumir que el cambio no llegará de la noche a la mañana. La única forma de que haya avances es no dar tregua, seguir presionando para que las condiciones de inseguridad acaben, que a los culpables los agarren y juzguen, y que los políticos dejen de hacerse patos.

El 8 y 9 de marzo serán puntos de inflexión, después vendrá lo verdaderamente complicado: obligar a que las consignas se traduzcan en acciones.

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