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Transformando el Estado de Bienestar

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

El Estado de bienestar surge después de 1945. El resultado de las guerras mundiales cambia el paradigma de la participación social y de la democratización política. El punto de partida europeo es la base que propone universalizar los derechos humanos (sociales) como la educación, salud, seguridad social y un plan de retiro digno.

Bienestar es armonía e igualdad; se busca la intervención legítima del Estado en las decisiones estratégicas, principalmente en la planeación de la economía, para ajustar posibles errores en el mercado y encontrar una redistribución para la población, la idea es sembrar oportunidades para cosechar beneficios colectivos sin distingos.

Es claro que algunos instrumentos de análisis para la toma de decisiones son obsoletos, se alejaron de factores e índices que no eran parte de la ecuación. La justicia social no estaba contemplada como un fin específico, menos aún, los derechos fundamentales.

En México, las garantías individuales fueron sustituidas por los derechos humanos y sus garantías en la Constitución federal, es por ello que ahora se debe cernir al cumplimiento de los mismos, garantizarlos.

La globalización devoró cualquier posibilidad de entrar en contacto con el Estado de bienestar, fue sustituido por el Estado material a toda costa, con los paradigmas del mercado y del poder económico mundiales.

Hasta los propios Estados perdieron terreno, no sólo la población. La mimetización de sistemas económicos, como el neoliberalismo, fueron puestos a prueba en esta pandemia por el covid-19, el monopolio de las eventuales patentes para vacunas, la lucha por la comercialización fast track de insumos básicos, desde cubrebocas hasta sofisticados ventiladores, son, a la fecha, materia de escándalo ético, entre la ausencia de pudor en los costos y la urgencia de su uso a pacientes; los gobiernos fueron víctimas de la mundialización económica.

Se abre la oportunidad de transformar profundamente. Hay necesidad de una redefinición estratégica de la realidad de un nuevo orden social a nivel mundial.

No se debe alentar a tener nuevos espacios de exclusión social y económica, por el contrario, se deben priorizar a los históricamente marginados, a los que generacionalmente son tataranietos de realidades de precariedad y abandono institucional.

Contrario sensu, los niveles de riqueza exacerbada están al alza, continúan en franca salud.

Garantizar el acceso a los servicios de educación y salud públicos es una de las grandes metas del Estado de bienestar, sobre todo en países como el nuestro, donde nos encontramos con un acceso limitado. Se debe abatir el servicio excluyente, en México es ya constitucionalmente universal.

La familia también se transformó, dio paso a una enorme posibilidad de formas de convivencia amorosa, donde se prioriza la felicidad y se desecha el formalismo rígido y anacrónico patriarcal; aún existe la parte pura y conservadora, donde no se reconoce y rechaza la monoparentalidad y los derechos e igualdad de género.

Hoy se debe integrar a los gobiernos en todos los órdenes de gobierno como articuladores nacionales, el federalismo entendido desde una forma de multinivel donde los ciudadanos tienen el poder de fomentar el cambio en la real democracia.

La lucha contra todas las formas de corrupción surge como el principal axioma para terminar con la pobreza,  reforzar los valores, donde lo más valioso es el Ser y no el Tener, debe ser el aprendizaje primordial de la transformación, es un paradigma que las nuevas generaciones deben predicar.

La agenda es evitar la exclusión social, el desempleo, la degradación del medio ambiente, del entorno urbano y, por supuesto, la inseguridad. La transformación es de dentro hacia afuera, no es un simple cambio estético o nomenclatura, es algo profundo, que toca al marco jurídico, la estructura organizacional y operativa, y un diseño integral de ciclo de vida generacional de largo aliento.

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