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Separatismo, acción facciosa reduccionista

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Analizar los movimientos separatistas en el mundo es también profundizar entre el nacionalismo, el regionalismo y, sin duda, el concepto de patria. El caso ibérico es uno de los más conocidos por las connotaciones delictuosas que duraron décadas ensangrentando posturas políticas en su momento irreconciliables, el terrorismo impulsado por ETA cobró la vida de más de 800 personas, entre militares, policías, políticos, empresarios y población civil. La captura de sus principales dirigentes por parte de la policía francesa dio un respiro a la región, donde ambas partes se consideraron víctimas y victimarios, sin embargo, la tensa paz llegó.

Los orígenes del separatismo tienen diversos puntos de partida históricos, desde las monarquías hasta las guerras mundiales, pasando por acuerdos de referéndum pacíficos, pero de altos costos sociales, políticos y económicos. Algunos otros casos de éxito. El caso de la República Checa y Eslovaquia fue señalado como “divorcio de terciopelo” por su acción no belicosa, que significó el final del régimen comunista. Ambas repúblicas hoy son economías fuertes. Su tasa de desempleo y de crecimiento económico son ejemplo de la comunidad europea.

Timor Oriental fue una colonia portuguesa durante centurias, se declaró su independencia en 1975. Después fue invadido por Indonesia durante 24 años. En 2002 se convirtió en el Estado soberano más joven de Asia a través de un referéndum apoyado por la ONU, pero también es de los más pobres, 1.2 millones de personas viven en la miseria. Serbia y Kosovo entraron en un cruento enfrentamiento cuando Yugoslavia se desangró en una guerra multiétnica, a la fecha, a pesar del apoyo internacional, miles de muertos y más de una treintena de acuerdos avalados por la Unión Europea, sigue siendo un reto la operatividad.

El caso de Escocia sobre su pertenencia a Gran Bretaña es de alta importancia geopolítica, cuentan con un parlamento nacional y buscan, a través de referéndums, ser independientes, pero no salir de la UE como lo sugiere el Brexit.

En fin, hay muchos casos más que me han hecho reflexionar sobre la ligereza con la que los partidos de oposición mexicanos, sin ninguna identidad ideológica, pretenden lograr el éxito electoral en las distintas entidades federativas, sin absolutamente nada de coincidencias históricas o principios filosóficos afines, en un tablero político en el que la ausencia absoluta de patriotismo evoca algunos de los motivos separatistas que he ejemplificado, pero, en su caso, sin base lógica, sólo participar para arrebatar el poder presupuestario, no cabe aquí ninguna analogía nacionalista o regionalista, están en el limbo de la presencia popular. Quizá su participación sea el principio de su separación definitiva, una forma de suicidio electoral. Una acción facciosa reduccionista. Algo que no debe ocurrir en ningún movimiento popular que se precie de serlo.

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