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El Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, pueblo armado leal a la patria

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Pocas instituciones pueden jactarse de tener orígenes sociales y tareas torales consistentes en la protección de primera mano de la población mexicana. Nuestro Ejército y la Marina son dos ejemplos.

El Ejército, institución armada que surgió después de los movimientos revolucionarios con el objetivo de pacificar, reagrupar en un sólo cuerpo la tarea de salvaguardar la seguridad de los mexicanos, fue la institución que respaldó la autoridad del Estado mexicano.

La Marina Armada de México, institución que surgió para enfrentar “la amenaza inminente de: problemas marítimos, vigilancia de nuestros litorales, incremento de la flota mercante petrolera” fue creada por el presidente Lázaro Cárdenas; quien decidió expedir el decreto que reformaba la Ley de Secretarías, el cual transformó el Departamento Autónomo (que administraba la Marina Armada) en la Secretaría de Marina.

Posteriormente, ambas instituciones se fueron tecnificando y adaptando a las diferentes realidades y necesidades de la nación mexicana. Tanto la Marina como el Ejército han servido al país en múltiples conflictos internos e internacionales. Siempre demostrando su lealtad ante su jefe supremo, el Presidente constitucional, y sus connacionales.

La Marina y el Ejército son “pueblo uniformado”, como lo afirma el presidente Andrés Manuel López Obrador. Esta calidad moral la deben a varios factores. Por ejemplo, muchas familias mexicanas reconocen en ambas instituciones la forma de servir a nuestro país y la única oportunidad de movilidad social. Es decir, en las Fuerzas Armadas se garantiza la formación profesional, el amor a la patria y se da certeza de desarrollo económico a miles de mexicanos y sus familias.

Ambos cuerpos castrenses se mantienen ocupados del capital más valioso que tienen, su material humano. Uno de los mejores ejemplos es la formación académica que proveen ambos cuerpos armados. En sus instalaciones no sólo se imparte educación y formación castrense, también existe una procuración real de la persona; su cuerpo de alumnos cuenta con instalaciones deportivas, alojamiento, alimentación y recreación. Es por ello que ni la Marina ni el Ejercito responden a intereses oligárquicos, fácticos o empresariales que los conviertan en simples mercenarios (como pasa en otros países); al contrario, son auténticos siervos de la nación que devuelven a su patria lo que ella misma les dio.

Tanto el Ejército como la Marina no sólo defienden la integridad, independencia y soberanía de la nación. Ambos cuerpos castrenses son encargados de asistir a la población en casos de desastres naturales, y el trabajo conjunto, armonioso con la Guardia Nacional, es motivo de orgullo en el ejercicio de pacificación y fomento de respeto a nuestros símbolos patrios, la proximidad social y apoyo a la seguridad pública. Por supuesto, son baluartes de nuestra gobernabilidad.

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