Pretextos al final del camino

La directora de la DEA afirmó, en una sesión ante comisiones en el Congreso de EU, que los dos cárteles mexicanos más importantes tienen alrededor de 44,800 integrantes repartidos en todo el mundo.

El presidente López Obrador está desesperado por encontrar pretextos para justificar su fracaso. Acusa que otros, y no él, son los verdaderos responsables de la violencia del narcotráfico. Su evasión de toda responsabilidad es cada día menos creíble y más parecida a cobardía de su parte. Un incidente reciente pinta de cuerpo entero al Presidente y su laberinto sin salida.

Su reciente “intercambio” de opiniones con la directora de la DEA estadunidense, Anne Milgram, habla toneladas del intento presidencial por evadir su responsabilidad ante el crecimiento del narcotráfico en el país y la intención de culpar a otros de ese fenómeno.

La directora de la DEA afirmó, en una sesión ante comisiones en el Congreso de Estados Unidos, que los dos cárteles mexicanos más importantes tienen alrededor de 44,800 integrantes repartidos en todo el mundo. Señaló a los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación como las cabezas visibles de la industria de venta de drogas en más de 100 países del mundo, ambos dirigidos desde México. En esencia, declaró que la misión de la DEA es “perseguir y derrotar implacablemente” esas organizaciones.

Informó que el Cártel de Sinaloa cuenta con 26 mil elementos, mientras que el CJNG tiene casi 19 mil miembros. Informó que el de Sinaloa tiene presencia en 19 estados de México, mientras el de Jalisco se encuentra en 21 entidades.

Habló del fentanilo y su costo de producción por unidad versus el costo de venta en la calle de cualquier ciudad para ilustrar la extraordinaria ganancia que genera ese negocio para los cárteles, y el incentivo que tienen para expandir su negocio, menospreciando las vidas humanas destruidas en el proceso.

Como es usual en él, el Presidente fue modificando sus respuestas a la DEA en las mañaneras conforme pasaban los días. Primero sugirió que él no sabía cómo la DEA consiguió sus datos y que ojalá los compartiera con su gobierno. Seguramente no fue informado por sus “asesores” que la directora de la DEA sí explicó la tecnología usada para la recopilación de la información, incluyendo cifras recogidas a través de más de 200 oficinas repartidas en todo el mundo.

De todos modos, López Obrador sugirió mala fe en la recopilación de datos, porque piensa que ha acotado las operaciones de la DEA en México, al restringirles visas de entrada a agentes y por exigirles que reporten todas sus actividades y hallazgos en el momento al gobierno federal. Por tanto, supone, equivocadamente, que la DEA no tiene cómo recopilar información en México.

Después del affaire Cienfuegos, cuando el gobierno de Estados Unidos le entregó al mexicano las “pruebas” sobre sus relaciones de protección con narcotraficantes y no pasó nada, es obvio que lo que sí existe en la relación bilateral en materia del narcotráfico es la desconfianza total.

Después el Presidente recurrió a la idea de que existe una pugna interna en el gobierno estadunidense. “Recibí a la asesora de seguridad nacional y no me dijo nada. No se coordinan entre ellos”, pontifica el mexicano. Y profundizó sobre la idea de que existe un sector del gobierno estadunidense que se enfrenta a México y otro que busca la armonía entre las naciones. Cree que va a dividir al gobierno estadunidense en facciones enfrentadas.

Por último, terminó afirmando que su gobierno tiene otros datos, producto de “los lugares donde ha habido enfrentamientos con grupos de delincuentes. Por eso, no hay que exagerar”. Incluso reconoció que el Ejército no tiene mapas sobre la ubicación de los grupos criminales en territorio nacional.

De pretextos y excusas está hecho este gobierno.

El saldo final en este breve zipizape de gobiernos es previsible: AMLO fue incapaz de diseñar una estrategia integral ante el narcotráfico. Y este gobierno llega al final de su camino en 1 año y 2 meses.

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