Presupuesto de un déspota

En una defensa apasionada, la diputada Selene Ávila denunció la actitud de Morena y, en el pleno mismo del Congreso, renunció a su partido.

Todo presupuesto revela prioridades, inquietudes y oculta errores, y mantiene los esqueletos escondidos en el armario. Así es el Presupuesto de Egresos para el año 2024 que acaba de aprobar la Cámara de Diputados.

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El hecho de que la mayoría morenista, Verde y del PT se nieguen a apropiar fondos para la tragedia natural en Acapulco y 43 municipios colindantes habla de una vergonzosa estrategia publicitaria que AMLO les impone a sus legisladores. Estrategia, por cierto, que éstos aceptaron mayoritariamente sin balar. La intención del Presidente es tratar de lograr que se hable de cualquier cosa, menos de Acapulco y el huracán Otis. ¿Por qué? Sencillo. No quiere gastar su precioso dinero público en la reconstrucción de un desastre natural. Quiere que se dedique a sus prioridades, exclusivamente.

La hasta entonces diputada morenista Selene Ávila protestó vehementemente en contra de la instrucción presidencial a su grupo parlamentario de negar la aprobación de recursos para la reconstrucción de Acapulco. En una defensa apasionada, la diputada Ávila denunció la actitud de Morena y, en el pleno mismo del Congreso, renunció a su partido.

Entonces, ¿cuáles son las prioridades del Presidente al impulsar este presupuesto al cual “no se le movió ni una coma”?

Dicho sucintamente, las prioridades presidenciales son: seguir la inversión en sus megaobras, invertir lo que se requiera para mantener la empresa Pemex a flote, incrementar los fondos y responsabilidades al Ejército, Guardia Nacional y la Marina, aumentar a niveles insospechados el dinero de asistencias sociales y aniquilar a los órganos autónomos y el Poder Judicial de una buena vez antes de dejar el poder. Para lograr todo eso debe reducir el gasto en salud, educación, justicia, transparencia y rendición de cuentas, ciencia y tecnología, fondos estatales y municipales, entre otros rubros incluidos en la agenda destructora del Presidente.

Es de destacar el alto endeudamiento que propone contratar el gobierno, a sabiendas de que gastará mucho más de lo que ingresa. No parece preocupar al Presidente dejar una deuda pública históricamente alta, que ahogará al gobierno entrante en octubre del próximo año.

Tendencialmente, ¿qué tipo de gobierno hace todo lo que este presupuesto propone? La premisa económica de la que parte es de un neoliberalismo radical con sesgo autoritario. Por ejemplo, recorta servicios sociales fundamentales (salud, educación, protección a mujeres), aunque incrementa apoyos directos, pero sólo para ganar el voto de la gente. No sirven esos apoyos para atemperar la pobreza de la gente.

Invierte en la militarización de la economía y la política. Al fusionar a los militares con la economía, estimula la avaricia de los mandos militares, creando una nueva clase social: los miliburgueses.

La destrucción de los órganos autónomos es fundamental para eliminar toda capacidad de vigilancia, fiscalización y castigo de las corruptelas gubernamentales que han florecido y se han multiplicado en este sexenio.

No adjudicar recursos a Acapulco y sus alrededores equivale a decir que la tragedia humana no es importante para este gobierno. Lo único importante son las prioridades de AMLO y ningún huracán lo hará mover un ápice lo que quiere para ahora y hasta las elecciones en junio de 2024.

Lo único que le importa al Presidente es que Morena gane las elecciones y que él siga siendo el titiritero mayor del proyecto político que representa.

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El presupuesto 2024 propone un modelo económico restrictivo, netamente neoliberal, que se impondrá por la fuerza si es necesario. La mezcla de una economía restrictiva con militarismo descubre el verdadero proyecto de un presidencialismo despótico.

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