Norte-sur, este-oeste
La exigencia unánime del sur es que el norte haga más por atender la crisis climática del mundo.
La reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas (UNGA, por sus siglas en inglés) fue realizada la semana pasada en un ambiente de realineamientos mundiales. Los discursos de las y los mandatarios (tres mujeres entre hombres) de múltiples países expresaron opiniones sobre temas en común: la guerra en Ucrania, el sistema financiero mundial, la pobreza, el medio ambiente, democracia y autoritarismo.
La primera gran diferencia mundial se expresó entre los países del llamado sur y el norte. Es decir, entre los países en desarrollo y los países industrializados. Ahí el reclamo tiene que ver con la abultada deuda que los países del sur tienen con el sistema financiero mundial, tanto la banca privada como los organismos financieros internacionales, principalmente el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. La combinación de la pandemia de covid-19, las altas tasas de interés y la imparable inflación han mermado severamente la capacidad de repago de muchos países del sur. En la reunión de la UNGA quedó definida una demanda generalizada de lograr un alivio a los réditos que representa el repago de la deuda y las condiciones que quieren imponer los acreedores.
Por otro lado, la preocupación sobre temas medioambientales también fue tocada de manera prioritaria, por múltiples razones. La escasez de abasto de agua en amplias regiones del mundo, agravada por tremendos incendios que arrasan con economías enteras, además de la elevación de los niveles de los mares que amenazan la existencia física de islas-naciones enteras. Además, la contaminación de mares amenaza la existencia de pueblos enteros que dependen de la pesca diaria para su sobrevivencia. Es decir, los problemas que genera el cambio climático ya llegaron y muchas naciones se sienten amenazadas, ya que por lo que perciben pueden tener efectos apocalípticos sobre la existencia misma de sus pueblos y naciones.
El sur considera, con mucha razón, que los países contaminantes mayores son las economías más potentes: Estados Unidos, China y Europa, Rusia incluida. La exigencia unánime del sur es que el norte haga más por atender la crisis climática
del mundo. La novedad en la UNGA fue la aparición, con un nivel importante de articulación, de un bloque del este contra el oeste. El nuevo bloque del este, liderado por China y Rusia, pretende crear un contrapeso al bloque del oeste, encabezado por Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, la Unión Europea, Australia, Japón.
Si bien existían los elementos del bloque del este previos a la reunión de Naciones Unidas, la guerra de Rusia contra Ucrania ha alterado completamente el mapa geopolítico del mundo. La disputa sobre la ilegalidad de la invasión rusa y su carácter violatorio a la Carta Fundacional de la Organización de la Naciones Unidas ha abierto una profunda grieta en la estructura de consensos convenidos al término de la Segunda Guerra Mundial entre la comunidad internacional. La división se está planteando de una forma engañosa por parte de China y Rusia, con el canto de las sirenas de que es el combate entre capitalismo y socialismo, y justicia contra injusticia de los centros de poder del mundo. Es un disfraz, porque tanto China como Rusia son potencias capitalistas en el mundo. Lo que realmente diferencia el bloque este-oeste son sus sistemas políticos. Se dividen entre economía de mercado con democracia o economía de mercado con dictadura.
Así, el mundo ha regresado a dos grandes conflictos sistémicos, como existía durante la Guerra Fría, pero sin el debate entre socialismo y capitalismo. Hoy la competencia es por posiciones hegemónicas en los mercados globales. China y Estados Unidos son los dos grandes de esa disputa, que es por mercados, pero también por la superioridad tecnológica y, también, la superioridad de carácter militar. Detrás de esos dos países en confrontación se alinea el resto del mundo.
En esa disputa México tendrá que calcular qué tanto le conviene ser “neutral” en su puja, o si tendrá, por razones estratégicas, que dejar de ser neutral (fence-sitter) y comprometerse con uno u otro bando. Se ve difícil que las y los mexicanos acepten ser parte del bloque de China y Rusia. Aunque ésa sea la primera preferencia de Andrés Manuel López Obrador.
