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México traiciona a Nicaragua

Ricardo Pascoe Pierce

Ricardo Pascoe Pierce

En el filo

 

México se ha escudado, cobarde y ladinamente, detrás de una interpretación medrosa del principio de la no-intervención en los asuntos internos de otros países para traicionar a la aspiración democrática del pueblo de Nicaragua. En vez de apoyar a la demanda popular de elecciones libres y democráticas, México se ha colocado del lado del tirano y su esposa que encarcelan y asesinan a sus opositores.

Es inexplicable la posición del gobierno de México adoptada ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), conjuntamente con el gobierno de Argentina, de negarse a condenar a un gobierno represor, recurriendo a un argumento leguleyo para evadir la condena al gobierno de Nicaragua y seguir presumiendo su apoyo a “gobiernos de izquierda” en América Latina, como Venezuela, Bolivia y Cuba. Todos ellos gobiernos con fuertes signos autoritarios. Y de dudosa afiliación a la izquierda.

Para no hablar mal del tirano, México recurre al expediente abusado y mancillado de declararse a favor de la “no-intervención en los asuntos de otros países”. Gran manera de evadir su responsabilidad como un gobierno que se presume democrático y que defiende los derechos humanos, dentro y fuera de su territorio. Tal y como se hace con los migrantes de Centroamérica y más allá.

Es también inexplicable el apoyo a un régimen que ha impuesto el terror como método de gobierno. ¿Qué gana México con esa conducta en la esfera internacional?

Se vuelve un país considerado como uno carente de principios democráticos, por la mayoría de naciones integrantes del sistema internacional, junto con su ya de por sí prominente descalificación ante la falta de compromiso con la agenda del cambio climático y también ante su evidente inclinación por asociarse con el crimen organizado como aliado estratégico en la forma de gobernanza del país.

Nicaragua es otro ejemplo, como si hicieran falta, de la pérdida de rumbo por parte de México en su relación con el resto del mundo. Apoyar al dictador Ortega y su esposa, como mancuerna tiránica y perversa que son, habla muy mal de México ante el mundo. ¿O será que nuestros gobernantes se sienten reflejados fielmente en las acciones y políticas del tirano nicaragüense?

 

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