La maldita herencia de AMLO
El modelo de gestión y administración del Estado se basa en la amenaza de que, si se tocan a las propiedades del Ejército, habrá una retaliación de las Fuerzas Armadas.
La política de Andrés Manuel López Obrador de empoderar a los mandos militares con una lluvia de proyectos y contratos sin fiscalización alguna de dineros públicos es un despojo directo a los bienes y riquezas públicas del Estado mexicano y, por tanto, representa un despojo al pueblo de México. La otra parte de este despojo es la apropiación de décadas de esa misma riqueza nacional, bajo la forma de comprometer el presupuesto público en subsidios a negocios no rentables que serán sostenidos con el erario, como el Tren Maya, que nunca será rentable, el ferrocarril Transístmico tampoco, los pequeños aeropuertos entregados al Ejército, incluso el aeropuerto AIFA, la refinería Dos Bocas y su “aerolínea" Mexicana.
Todos esos negocios deberán ser subsidiados ante su esencial imposibilidad de ser rentables en el mundo real, a diferencia del mundo económico fantasioso que sólo existe en la cabeza del Presidente. El modelo económico que quiere imponer AMLO al dejar el poder postula que será el pueblo el que paga con sus impuestos una deuda eterna con subsidios a esas megaobras, incluyendo el endeudamiento generado por el presupuesto 2024, que sólo le servirá a Morena para tratar de ganar la elección presidencial.
López Obrador ha ideado un modelo de funcionamiento del Estado mexicano que terminará por despojar al país de sus grandes riquezas, pues estarán obligatoriamente orientadas a financiar megaobras manejadas, en propiedad, por los militares.
Y aquí reside la amenaza. AMLO calcula que ningún gobierno en el futuro se atreverá a arrebatarle a los militares sus riquezas recién descubiertas y colocadas, libres de impuestos, en sus cuentas bancarias. La apuesta del Presidente es de una perversidad sin igual. Dejará el poder habiéndonos amenazado con un golpe de Estado si un futuro gobierno descubre que todas sus obras oscilan entre la inutilidad y la no-rentabilidad ad perpetuam. Él está convencido de que los militares son tan ávidos de riquezas que nadie nunca podrá quitarlos. Es lo que aprendió de sus tantos viajes a Cuba, de sus conversaciones con Maduro, de Venezuela, y de la historia de los nuevos burgueses militares de Argentina, Chile y Uruguay después de sus golpes de Estado. Hay mucho que aprender de la experiencia de América Latina en materia del “reparto de la riqueza nacional” a partir de la presencia de los militares en el poder.
La perpetuación en el poder de su partido y la glorificación de su figura personal depende del grado en que logró corromper a los militares. En última instancia, éste es el verdadero proyecto político de AMLO, la 4T y de Morena. Termina en un modelo de gestión y administración del Estado basado en la amenaza de que, si se tocan a las propiedades del Ejército, que ya no serán de México, habrá una retaliación de las Fuerzas Armadas en defensa de sus riquezas personales y de institución contra cualquier reforma. Hoy, el Presidente de México usa a las propias Fuerzas Armadas, de las cuales él es constitucionalmente el comandante en jefe, para amenazar a toda la ciudadanía de que si no hay obediencia en lo que él mandata, habrá una retaliación violenta.
Es claramente una amenaza a que si México se atreve a votar diferente a como él quiere, habrá un costo altísimo que pagar. En última instancia, es una amenaza electoral, sin duda alguna.
En este contexto es relevante el reciente evento donde el Presidente de la República agachó la cabeza ante los mandos militares, públicamente. Les reconoció, especialmente al general Cienfuegos, su papel en la construcción de un nuevo poder gobernante en México, aunque esté totalmente ajeno a los principios constitucionales que nos rigen.
Ese general, que pactó con algún grupo del narcotráfico, y los nuevos mandos militares, con su notable permisividad y pasividad ante el desbordamiento del crimen organizado en todo el territorio nacional, son la herencia más contundente del sexenio de López Obrador. Así nos deja la oferta de transformación que ofreció: un Estado en manos de militares, controlando el presupuesto público sin transparencia y, por ende, al próximo gobierno de la nación.
¡Qué maldita herencia nos deja AMLO como país y qué problemón tendremos que resolver en el futuro inmediato si México pretende sobrevivir como nación independiente y democrática!
