La larga y negra noche que viene

Las corcholatas no son la solución que el país requiere, pero van encaminados a enquistarse en el poder. Son poca cosa y lo mostraron con el vacío que le hicieron al país cuando el Presidente se ausentó

En ningún momento de la historia reciente del país se ha vivido un momento de tantos ataques agresivos y malintencionados de un presidente contra los ciudadanos. En esta semana se soltó contra todas las instituciones del Estado mexicano que no se arrodillan ante su poder.

Los ataques a la Suprema Corte de Justicia de la Nación tienen todo el sello y tufo de un dictador. Agrede a la clase empresarial, articulando su desprecio con actos de amenaza y franca expropiación. Se burla de la inteligencia emanada de centros de reflexión, estudio y generación de conocimientos porque gobierna “con otros datos”. Minimiza a la Iglesia católica y enaltece a grupos evangélicos y protestantes, buscando provocar una moderna “guerra cristera”.

Ningunea al mundo del periodismo y a los periodistas, al igual que a quienes estima como opositores, limitando la libertad de prensa y expresión. Lanza al aparato gubernamental a desinflar a la oposición y enaltece a un Ejército cada día más corrompido y comprometido con la causa de la ruptura del orden constitucional. Glorifica al narcotráfico como los verdaderos empresarios nacionalistas que México requiere.

El momento es negro, muy negro, para el futuro de México. Y lo que se dice sobre la oposición trágicamente es cierto: su falta de definiciones, la carencia de reflejos certeros ante los ataques oficialistas, el titubeo para definir un rumbo claro y la incapacidad de convencer fuera del círculo rojo son diques de contención graves para poder operar eficazmente la recuperación del país en el 2024.

Las corcholatas ocupan totalmente el oxígeno del ambiente electoral. No son la solución que el país requiere, pero van encaminados a enquistarse en el poder. En realidad, son poca cosa y lo mostraron con el vacío que le hicieron al país cuando el Presidente sufrió no sabemos qué predicamento médico hace poco tiempo. Ninguno de ellos apareció con el liderazgo capaz de encabezar el país en momentos de crisis. Y vaya que a partir de octubre de 2024 México va a requerir un liderazgo fuerte y legítimo para iniciar el difícil camino hacia la reconstrucción institucional del país, al mismo tiempo que se sanen las heridas y agravios que va a dejar tras de sí AMLO al dejar la Presidencia.

El daño que hereda este sexenio es profundo y también lo serán las divisiones que va enfrentar quien quede en la Presidencia de México. ¿Cómo curar las heridas de un país cuando han sido autoinfligidas? Y eso nos lleva al verdadero problema.

¿Cómo podrá curar al país quien gane la Presidencia montado en el carrusel de quien promovió la división, la polarización y el odio? ¿Será posible ese efecto de amor/odio necesario para ganar de la mano del progenitor, para luego morder esa misma mano para tomar una ruta distinta? No se ve fácil, por decirlo suavemente. Tampoco se observa en los precandidatos de Morena la madera para semejante operación.

Queda entonces el dilema. ¿Qué nos ofrecen los candidatos de Morena? ¿Más de lo mismo, pero debilitados, fútiles, apanicados ante la tarea de sostener la polarización hasta la muerte, la suya o de toda la población, incluyendo las alianzas con dictadores en toda América Latina?

Porque lo que AMLO proyecta es una mancuerna cívico-militar enquistada en el poder, aceitada por la corrupción de todos con todos, a la usanza del Imperio Romano en su etapa final de decadencia y descomposición.

Es decir, las corcholatas llegarán a simplemente administrar la mesa puesta por López Obrador de servilismo, decadencia, corrupción, militarismo y alianzas entre dictadores y narcotraficantes. Esto explica por qué sus campañas carecen de propuestas. La mesa está puesta para ellos. Su papel no es andar con propuestas renovadoras, sino sentarse en la cabecera de la mesa y hacer como que hacen de Ejecutivo federal. En esencia, se prepara una larga y negra noche para México.

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