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El problema político del TLCAN

Ricardo Pascoe Pierce

Ricardo Pascoe Pierce

En el filo

El Presidente electo mexicano dijo que cree que las negociaciones trilaterales sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) terminarán en el mes de agosto.

Esto significaría resolver en los próximos veinte días los temas que han enfrentado a las partes. Mientras Canadá y Estados Unidos han proseguido las deliberaciones con el mismo equipo de negociadores, México ha agregado, a mitad del proceso, a los representantes del presidente electo.

Este hecho daría, presumiblemente, mayor certeza a los acuerdos alcanzados, en la medida en que habría un acuerdo entre las dos partes mexicanas. Y, por tanto, también compromete al presidente electo con el nuevo acuerdo que pudiera eventualmente firmarse.

Pero, ¿cuál es el estado de las negociaciones sobre el TLCAN en este momento?

Desde la óptica del lado mexicano, los temas complicados son la Cláusula Sunset, el tema de los salarios diferenciales en el sector automotriz (actualmente se paga 10 dólares estadunidenses la hora a los obreros en México, mientras Estados Unidos exige que México les pague 16 dólares la hora para equilibrar los salarios con su país) y que 75% de los componentes automotrices sean producidos en Estados Unidos, las cláusulas sobre estacionalidad en la venta de productos agrícolas y la necesidad de asegurar los instrumentos independientes para la resolución de conflictos.

En el caso de Canadá, los problemas aparentemente son parecidos, con la excepción de los niveles salariales en el sector automotriz, debido a que sus salarios son parecidos a los que perciben los obreros estadunidenses. 

Canadá ve como un factor de inestabilidad económica la Cláusula Sunset, punto de vista que comparte con el lado mexicano, mientras considera que las nuevas reglas de origen del 75% en la industria automotriz son disruptivas a las cadenas de producción establecidas, además de ser esencialmente arbitrarias.

Por otro lado, también le preocupa la idea de eliminar los instrumentos independientes diseñados para la resolución de diferendos entre países.

Desde el lado estadunidense, Trump quiere poder declarar su victoria en la negociación con los dos vecinos. Su idea es poder ufanar ante su base que derrotó a los dos contrincantes y alcanzó concesiones que ninguna otra administración había logrado.

La pregunta que cualquier negociador mexicano tiene que hacerse es: ¿aguantará el gobierno mexicano en turno la Gira de la Victoria (Victory Lap) de Trump, ufanándose de haber doblegado a México y Canadá en la renegociación que él les impuso?

Va a decir que defendió a los obreros mexicanos, al lograr subirles sus salarios, además de reforzar y ampliar los empleos en Estados Unidos con la imposición de nuevas reglas de origen, y defendió a los granjeros estadunidenses al imponer nuevas reglas que limitan y restringen las ventas estacionales de productos agrícolas mexicanos en Estados Unidos, para que no compitan con los productos nacionales en su mercado interno.

En este momento, el problema de la negociación del TLCAN es más político que económico. ¿Quién gana y quién pierde con la negociación en su situación actual? Ésa es la pregunta. Y no es una duda retórica. El Presidente de Estados Unidos dirá que logró subir los salarios en México, redujo la participación mexicana en la industria automotriz y limitó el acceso de productos agrícolas mexicanos al mercado interno estadunidense. La pregunta obligada para nosotros es: ¿qué dirán los presidentes de México, el actual y el electo?

                Twitter: @rpascoep

 

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