Crimen, elecciones y el factor Xóchitl

La violencia hacia las mujeres crece conforme el patriarcado la avala

Para quienes creen que las recientes acciones violentas del crimen organizado son “irrelevantes”, como dice el Presidente, deben serenarse y hacer una nueva evaluación. El Presidente dice que no es terrorismo y que ése es sólo el pretexto que quiere Washington para intervenir en México. Spoiler: Washington ya interviene en México y no necesita ese pretexto para actuar en nuestro territorio y el resto de América Latina, si fuera el caso.

La RAE define “terrorismo” de la siguiente manera: “1. Dominación por terror; 2. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror; 3. Actuación criminal de bandas organizadas que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”.

En semanas recientes México ha atestiguado o vivido en carne propia una serie de actuaciones de “bandas criminales” (sic) que realizaron “actos de violencia” que lograron “infundir terror” entre la sociedad afectada directamente. Se consigna, por ejemplo, el incremento en el uso de coches bomba por el crimen organizado en diversas modalidades. Una es la explosión de un vehículo estacionado y otra es la activación del explosivo por control remoto, después de haber convocado a las fuerzas policiales, para provocar más muertes. La psicosis social se expande cuando pobladores se arman frente a las bandas criminales en miles de comunidades repartidas por todo el territorio nacional. El crimen también asesina a periodistas para infundir terror entre informadores locales. Entre menos información tenga la sociedad sobre los hechos reales de criminalidad, más inerme y vulnerable se sienten los ciudadanos.

Coches bomba, pobladores armados, asesinato de periodistas. ¿Qué más puede ayudarnos a definir terrorismo en México? Las desapariciones de personas se multiplican, cementerios clandestino existen en todo el país y confirman la existencia de un mercado lucrativo de secuestro, venta y tráfico de personas, la venta de órganos por consignación y la prostitución de niñas y niños. La casi total impunidad de estos hechos, y una oficialidad aparentemente omisa o cómplice, sólo sirve para incrementar la sensación social de impotencia e indefensión ante la criminalidad.

¿Algo más? Ahora se confirma la existencia y uso de drones artillados, que lanzan explosivos, incluso con misiles, de forma remota. La guerra se expande a todo el país con este armamento, junto con más feminicidios, que es un fenómeno que acompaña a una sociedad crecientemente violenta. La violencia hacia las mujeres crece conforme la sociedad patriarcal la avala.

La violencia verbal y en sus actos del presidente López Obrador contra la mujer Xóchitl Gálvez es la más reciente expresión de la confluencia entre criminalidad, violencia y política. El Presidente avala, todos los días, que legitima la violencia en la sociedad y en la política. México es un país permeado hasta su último rincón de violencia. Y el Presidente es quien dispara la primera bala cuando utiliza la mañanera para autorizar la violencia en la política. AMLO quiere destruir, desde ahora, la amenaza que ve que Xóchitl representa para Morena en las elecciones de 2024.

La violencia reciente del crimen organizado en todo el país está en concordancia, por no decir “en coordinación”, con el mensaje emitido desde la mañanera por el Presidente de la República. El aval presidencial a los actos violentos “para impedir el avance del conservadurismo” pasa por el acuerdo tácito, y a veces explícito, entre Presidencia y el crimen organizado. Ambos buscan la continuación de Morena en el poder. El Presidente diría que es para continuar “la transformación”, mientras que el crimen organizado necesita a Morena en el gobierno para poder enraizar el negocio y resistir los embates de Estados Unidos (y del resto del mundo) por erradicar su existencia.

Cualquier amenaza a ese nuevo “orden nacional de cosas” es un peligro para AMLO, Morena y el crimen organizado. Y Xóchitl representa una posibilidad real de resquebrajar esa alianza profunda de intereses comprometidos con la continuidad, derrotando a Morena en las elecciones de 2024.

Por considerarla un peligro mortal a sus intereses, la violencia de AMLO contra Xóchitl seguramente continuará. Ella ha demostrado bastante habilidad para encarar directamente al Presidente, desnudando su deshonestidad y mediocridad.

La pregunta necesaria es: ¿hasta cuándo puede seguir ese nivel de confrontación del Presidente con la principal mujer opositora a su gobierno y qué consecuencias va a tener esa violencia propiciada desde el Estado y el crimen organizado sobre el proceso electoral 2024?

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