América Latina con rumbo desconocido

Todos, sin excepción, proponen hacer “lo mejor parala prosperidad y felicidad de sus pueblos”

  • Todos, sin excepción, proponen hacer “lo mejor para la prosperidad y felicidad de sus pueblos”.

Simplificar lo que acontece en América Latina en términos políticos, económicos y sociales lleva a no percibir las tendencias de largo plazo. Más bien, los análisis suelen partir de coyunturas inmediatas para extrapolar tendencias de largo plazo.

Una primera advertencia es que simplificar las tendencias entre “izquierdas” y “derechas” no sirve para captar la complejidad de los procesos en curso. Esto es así porque encontramos, en el recorrido entre países, una combinación de políticas sociales con cierto carácter izquierdista con políticas macroeconómicas liberales de aplicación según mandatos del Fondo Monetario Internacional. Aparte de uno o dos casos, así sucede en toda América Latina y el Caribe.

Fuera de Cuba, y aún en ese caso es debatible, no existe ni socialismo ni comunismo. Todas las economías son, con distintos matices, economías de mercado. Lo que diferencia a cada país es el grado de intervencionismo del Estado en la gestión de la economía real. Y ese intervencionismo varía con los niveles de cobro de impuestos y, por tanto, la fuerza de ejecución del Estado en cada nación.

Ese debate es claramente ilustrado por lo que ocurre en Argentina. Del Estado absolutamente intervencionista, ahora se propone un Estado absolutamente minimalista. Es cierto que son enfoques diferentes, pero decir que un modelo es de izquierdas y otro de derechas, cuando discuten cuál es la gestión capitalista más adecuada, parece un abandono total de ideologías políticas en aras de obtener resultados cortoplacistas. Y de confundir los términos reales del debate.

Todos, sin excepción, proponen hacer “lo mejor para la prosperidad y felicidad de sus pueblos”. Esa promesa nunca está ausente y nunca falla.

Lo que falla son los sistemas políticos. Unos proponen, en aras de hacer “lo que el pueblo nos demanda”, la instauración de regímenes autoritarios para lograr sus objetivos. Establecen alianzas políticas entre poderes fácticos, como partidos, militares, narcotraficantes, empresarios o iglesias para gobernar con imposiciones sin cortapisas. Otros, menos paranoicos, son capaces de respetar las diferencias que existen en cualquier sociedad, y aceptar el juego democrático y de debate entre fuerzas diversas. Es decir, la región latinoamericana y del Caribe se mueve entre modalidades de autoritarismos y democracias con sus particularidades.

Así, vemos a autoritarismos de “izquierdas” y de “derechas”, como también democracias que oscilan entre colores tenues políticos.

Lo que está permanentemente en la disputa es cuál es el mejor modelo para atender los grandes rezagos de la región: pobreza, falta de educación y salud, criminalidad y violencia, agresión a las mujeres y niñas, falta de rescate de la cultura y las tradiciones históricas de las diversas regiones y la recuperación general del azote de la pandemia de covid.

Siempre está presente la tentación autoritaria como vía fast-track para resolver los problemas de cada nación. Hasta que se descubre que la mano dura y el “hombre fuerte” tampoco resuelven los problemas. La insatisfacción con las opciones autoritarias se expresa, por ejemplo, con la migración masiva e ilegal de sus ciudadanos. Si las cosas estuvieran tan bien en sus países, entonces, ¿por qué migra la gente, arriesgando sus vidas y la de sus familias enteras?

Pero los regímenes más abiertos y democráticos tampoco han logrado superar los terribles rezagos sociales y económicos de sus países. La diferencia, en todo caso, es que la población siente que puede protestar y expresarse sin temor a la represión, cárcel y asesinato.

Las etiquetas ideológicas claramente no sirven en estos tiempos para entender cuál es el mejor modelo a seguir. Empíricamente parece ser un hecho que, en una economía de mercado como lo es América Latina y el Caribe, lo más funcional es una democracia que cobra suficientes impuestos para ser capaz de ser un eficiente regulador y, donde sea necesario, un ejecutor directo de políticas redistributivas que coadyuven a un mejor reparto del ingreso nacional, en un esquema de racionalidad económica y transparencia y rendición de cuentas. ¿Es de izquierda o de derecha? Pretender una definición ideológica no sirve en nada para atender adecuadamente las necesidades de los pueblos de nuestra región. Y el tamaño del Estado está en función de su eficacia, no de la ideología de un bloque gobernante.

Lo importante es que el sistema económico y político funcione para que la gente pueda permanecer en su país, participar en la discusión nacional y ver los efectos de un Estado útil para todos, sin obsesiones ideológicas.

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