Acapulco y el método 4T de gobernar

La reciente visita del presidente López Obrador al puerto de Acapulco, después del desastroso impacto del huracán Otis, dejó en claro que no se quiere ensuciar sus zapatos con el lodo de la tragedia. Su lejanía de la población se debe a una preocupación central del ...

La reciente visita del presidente López Obrador al puerto de Acapulco, después del desastroso impacto del huracán Otis, dejó en claro que no se quiere ensuciar sus zapatos con el lodo de la tragedia. Su lejanía de la población se debe a una preocupación central del Presidente: no quiere “mancillar" la investidura presidencial. Más profundamente ilustra el método escenográfico para gobernar que ha adoptado AMLO y, con él, la 4T.

Le preocupa más su imagen política que poner atención, esfuerzo y dinero en la reparación de la tragedia de los habitantes del puerto de Acapulco. Cuando fue al puerto vio todo a distancia, con guardias armadas alrededor suyo, sin hablar con la gente. Solamente escuchó a sus allegados, todos sumisos a la instrucción presidencial. Se había negado a recibir a los integrantes de una marcha ciudadana proveniente de Acapulco que caminaron hasta Palacio Nacional pidiendo una audiencia privada para analizar las acciones necesarias para la reconstrucción del puerto.

Se negó a conversar con los familiares de los muchos lancheros desaparecidos. La única razón que explicaría semejante desatención grosera del Presidente es que no quiere escuchar situaciones que lo obligarían a modificar sus números, por ejemplo, de los muertos. Los números de desaparecidos, los de las estufas y refrigeradores que dice haber repartido, los números de días y semanas en que todo quedará “como antes” en Acapulco.

Porque una visita de tierra adentro diría otra cosa. Diría que la gente está sufriendo, y mucho. Que no tienen recursos para reconstruir, por sí mismos, sus casas destruidas, como les pidió el Presidente. Les convocó a la autoconstrucción, cuando no tienen ni para comer. Acapulco era una economía totalmente hecha a la presencia del turismo. Le quitas el turismo y la economía de Acapulco desaparece.

AMLO fue a la Cumbre Asia-Pacífico para reunirse con el presidente chino. ¿Cuál fue la sustancia de la conversación? No fue principalmente sobre la importación de los precursores del fentanilo a México, según divulgaron los chinos, contradiciendo a México, que dijo haber tocado el tema. En realidad, lo importante para AMLO en ese encuentro fue que le rogó al chino que “nos regalaran” cientos de miles de refrigeradores, estufas y abanicos para los damnificados de Acapulco. Ni eso quiere pagar López Obrador.

Dado que su prioridad “de Estado” es la terminación de las obras del Tren Maya y la refinería en Dos Bocas, el tener que desviar dinero a Acapulco es simplemente una irritante en el camino a la conclusión de su sexenio. Para disfrazar su enajenación, manda a los servidores de la nación para levantar censos y, así, crear la impresión de que el gobierno federal está atendiendo el asunto de la reconstrucción de Acapulco.

Pero, en realidad, el gobierno federal ya no tiene dinero disponible para atender emergencias y nada de gastos extraordinarios, pues todo está comprometido en la conclusión de las megaobras y en el financiamiento de Morena para ganar las elecciones del próximo año. Punto. No hay dinero para nada más. El dinero del Fonden se gastó hace dos años, igualmente todos los fondos obtenidos de los fideicomisos que clausuró ya se gastaron. Tan gastado está el gobierno federal que tuvo que pedir un endeudamiento público gigantesco de dos billones para sobrevivir un año más.

Eso, cuando había prometido no endeudar al país, pues la deuda “era cosa del pasado”. Pues el pasado se hizo presente y se ha convertido en nuestro futuro endeudado para sostener la ficción de la transformación del país.

El método de gobernar de AMLO y de la 4T es simular que todos los problemas fueron resueltos o atendidos y, cuando inesperadamente aparecen, como el huracán en Acapulco, finge que es una ficción inventada por opositores que quieren envenenar la mente del país. Es el método “gaslighting y escenografía”, pero a escala nacional, tratando a la población como estúpida e ignorante de su trascendencia personal. Según el versículo de la “verdad de AMLO”, quienes alegan abandono de Acapulco por parte del gobierno sólo mienten para obtener una ganancia personal.

AMLO maneja la crisis en Acapulco como si lo sucedido ya se hubiera acabado y todo volvió a la normalidad. Y ataca a quienes difieren de sus declaraciones. Así trata al resto del país: es rehén del Presidente temperamental cuya investidura es sagrada y nadie tiene permiso de cuestionarla. Mucho menos cuando proviene de unos alborotadores de Acapulco, Guerrero.

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