Un presidente “popular”

Dicen que tiene la segunda mejor aprobación entre los mandatarios del mundo. Sin embargo, eso es también un mito. Cuentos, historias, narraciones. Así es como el gobierno de la Cuarta Transformación logra esconderse detrás del desastre de su ...

Dicen que tiene la segunda mejor aprobación entre los mandatarios del mundo. Sin embargo,  eso es también un mito.

Cuentos, historias, narraciones. Así es como el gobierno de la Cuarta Transformación logra esconderse detrás del desastre de su administración. Después de cuatro años no existe menos pobreza en México, ni se ha fortalecido el Estado de derecho. No se ha combatido la corrupción. La violencia está peor que nunca y los servicios públicos, como los del sector salud, se han visto degradados de manera alarmante. Únicamente un ciego argumentaría en contrario.

No obstante, los ideólogos del régimen salen a jactarse de la popularidad del Presidente, como si se tratara de un éxito y el reflejo de una eficiente administración. Dicen que tiene la segunda mejor aprobación entre los mandatarios del mundo. Sin embargo, eso es también un mito y los números muestran una realidad diferente.

De acuerdo con las últimas encuestas publicadas en los principales medios del país, la aprobación del gobierno muestra una sostenida tendencia a la baja.

Según El Financiero, al 1 de diciembre el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene 55 por ciento de aprobación a su trabajo, mientras que en enero de este año era de 60 por ciento. Además, 44 por ciento de la ciudadanía mexicana desaprueba la gestión del mandatario.

Por su parte, el periódico Reforma publicó esta semana que tiene 59 por ciento de aprobación a diciembre de 2022, frente a un 62 por ciento de mayo pasado. Incluso, 48 por ciento contestó que, bajo su gestión, la democracia está en riesgo, frente a un 42 que no lo considera.

Pero lo que más le debe doler al mandatario, es que llega a su cuarto año de gobierno con la misma popularidad –y también mayor desaprobación– que sus antecesores Felipe Calderón, Vicente Fox y Ernesto Zedillo. No se diga de Carlos Salinas de Gortari, que tenía una aprobación cercana al 80 por ciento en este momento de su administración.

Tal vez lo único que nos debería de preocupar es que, dados los pésimos resultados, su popularidad tendría que ser mucho menor a la que tiene.

Por eso, en el fondo, nuestro prócer sabe que, para que lo apoyen, tiene que pagar. Ahí están los –por lo menos– mil 787 vehículos de personas acarreadas para alimentar su ego en la marcha del 27 de noviembre pasado. Los hechos muestran que, sin ese grosero derroche de recursos públicos, no se puede ver el “apoyo popular” que tanto dice tener.

No nos engañemos, el pueblo, ése que llevó al poder al presidente López Obrador, también se da cuenta que fue burlado. Por eso su popularidad es un mito, igual que tantas otras cosas de su gobierno, como la lucha contra la corrupción. Simplemente es parte de una narrativa que no se alinea con la realidad.

Pobre Presidente. Debe ser difícil darse cuenta que su popularidad no va sino a bajar y no tiene ningún medio para impedirlo. En el ocaso de su administración, sabe que no pasará a la historia como ese gran mandatario al que dijo aspirar.

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y Profesor en la Universidad Panamericana

Twitter: @ralexandermp

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