Un buen presidente

Quién lo hubiera dicho. Esa promesa una apuesta que hizo López Obrador cuando ganó las elecciones de 2018 de que lo único que buscaba era ser un “buen presidente”, en contra de la marea y de condiciones adversas, como el covid, se cumplió. Lo cierto que es dejó ...

Quién lo hubiera dicho. Esa promesa —una apuesta— que hizo López Obrador cuando ganó las elecciones de 2018 de que lo único que buscaba era ser un “buen presidente”, en contra de la marea y de condiciones adversas, como el covid, se cumplió.

Lo cierto que es dejó sin palabras a la oposición y a sus detractores que pensaban que el país se iba a convertir en Venezuela. Su mejor acierto, incluso cuando le incomodaba, fue terminar el Aeropuerto Internacional de Texcoco. Ahora es un polo de inversión y nos ha vuelto a poner en el centro del mundo por nuestra posición privilegiada como la puerta de entrada de Europa, Asia y América Latina con Estados Unidos, el administrador del sistema internacional.

Tal vez esa acertada decisión fue gracias a que se rodeó de las personas más calificadas del país, incluso algunos con una ideología diferente al mandatario, pero que sabía que le podían aportar. Y claro, no se trató de sólo nombrarlos sino también de escucharlos y dejarse asesorar por ellos.

Si bien es cierto que gran parte de su política social estuvo basada en apoyos directos a los jóvenes estudiantes, personas de la tercera edad y mexicanos en condiciones de pobreza, los programas funcionaron porque estuvieron basados en resultados y en inversión para generar un verdadero cambio en la sociedad.

Claramente, esa forma de pensar y de actuar le trajo al Presidente la confianza y apoyo de la comunidad internacional, al grado que pudo influir en procesos democráticos en la región y fue capaz de lograr soluciones a crisis como la electoral de Venezuela, donde el dictador Maduro estaba dispuesto a sostenerse en el poder con el ejército, en contra del voto popular, y también facilitó la transición democrática en Cuba.

No podemos dejar de mencionar la gran valentía y lo acertado que ha sido invertir en fuerzas de seguridad de carácter civil como es la Policía Federal, que después de lograr su consolidación, fue capaz, de la mano con las agencias de Estados Unidos, la captura de los principales capos de la droga —como El Mayo Zambada— y el desmantelamiento de las organizaciones criminales que le quitan la libertad y la vida a cientos de miles de mexicanos.

También se tiene que reconocer que, aunque se tardó más de seis meses en disminuir el índice de homicidios a la mitad, tal y como prometió en su campaña, de la mano de quien fuera el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, logró revertir la tendencia, y hoy los mexicanos pueden salir a la calle y devolvió esa vida a cientos de pueblos que estaban cooptados por el crimen organizado.

Y aunque no lo vemos los mexicanos que no somos expertos, tenemos que aceptar que cumplió su promesa de no aumentar la deuda del país y continuó en los mismos niveles a los de 2018, que es del 43.6% del producto Interno Bruto.

Por eso hay que aplaudir que el presidente López Obrador cumplió su palabra de ser un “buen presidente”. Lo vamos a extrañar. Ajá.

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana

X: @ralexandermp

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