Sobre la Batalla del Carrizal y las elecciones

Nos corresponde hacer que vuelva la unión.

Son tiempos extraños en México. Parece que hemos perdido el rumbo. La esperanza se ha convertido en preocupación. La unión, en división. El futuro, en incertidumbre. Ese proyecto de nación ha sido sustituido por una fuerza destructora que se alimenta de las injusticias acumuladas por décadas.

El problema es que desde el oficialismo nos han venido a contar una narración desoladora. En la cual el desarrollo es para otras latitudes y la riqueza condena el alma. Por eso está bien no exigir a nuestro gobierno que haga bien las cosas, al final no nos lo merecemos ni lo necesitamos.

En ese contexto viene a cuento recordar la —poco conocida— Batalla del Carrizal, que estamos a días de conmemorar.

Los hechos ocurrieron en 1916. México estaba saliendo de una severa guerra civil y Francisco Villa decidió que era buena idea incursionar en territorio estadunidense para atacar al poblado de Columbus, Nuevo México, tal vez en venganza porque aquel país le había quitado su apoyo.

Al gobierno de EU, presidido por Woodrow Wilson, no le pareció que un ejército extranjero entrara por sus fronteras —usualmente es al revés—, por lo que el general John J. Pershing, jefe de armas en El Paso, Texas, comenzó la persecución por territorio mexicano del Centauro del Norte, en lo que se conoce como la Expedición Punitiva.

Las hostilidades de la población hacia ese ejército no se hicieron esperar. El repudio nacional a la incursión fue inmediato y generalizado.

La situación obligó a que el presidente Venustiano Carranza, a través del general Jacinto Treviño, le pidiera a los estadunidenses no proseguir, petición que cayó en oídos sordos.

El ejército invasor, creyendo que Villa podía encontrarse en el Carrizal, Chihuahua, se movilizó a ese poblado. Sin embargo, las fuerzas constitucionalistas mexicanas lo interceptaron el 21 de junio de 1916, y tras darle un nuevo ultimátum para que no continuara hacia el sur, se enfrascaron en batalla.

Después de años de guerra interna, en el Carrizal la población civil se unió para apoyar a su ejército. El resultado, en contra de todas las probabilidades, fue la victoria de la nación mexicana.

Con ese triunfo, el enemigo no pudo continuar su incursión y, después de negociaciones diplomáticas, abandonó nuestro territorio. En ese momento, en vísperas del nacimiento de la Constitución de 1917, México fue ejemplo mundial al haberse enfrentado, con dignidad y valentía, a la potencia norteamericana.

Hechos como la Batalla del Carrizal nos recuerdan que todos los mexicanos —con las diferencias que tenemos— somos el mismo México, aunque desde el oficialismo, se dediquen a crear una absurda polarización que únicamente le sirve a su proyecto de gobierno. Que podemos hacer bien las cosas y ser ganadores.

Y es que todos los mexicanos queremos vivir mejor y tener más oportunidades. Deseamos no tener que salir a la calle con miedo a la delincuencia. Buscamos mejores servicios de salud. Que nuestros negocios puedan prosperar en un país donde exista Estado de derecho.

El día de mañana se llevarán a cabo las elecciones más grandes que ha vivido nuestra joven democracia. La decisión que se tome en las urnas va a determinar el futuro de México. Nos corresponde hacer que vuelva la unión y esperanza y podamos empezar a vislumbrar un futuro prometedor.

                *Maestro en Administración Pública por

                la Universidad de Harvard y profesor

                en la Universidad Panamericana.

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