Sembrando corrupción

Según sus reglas de operación, el programa busca la generación de empleos, autosuficiencia alimentaria y la reforestación con árboles frutales.

Antes de la tragedia, la comedia. Por eso empezamos esta columna con un chascarrillo que nos regala nuestro mandatario.

Hace algunos días, México se sumó –de última hora– a la Declaratoria de Bosques y Uso de la Tierra que se dio en el marco de la 26ª Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, que se está llevando a cabo en Glasgow, Escocia, y cuyo fin es detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra. No obstante el acuerdo lleva trabajándose durante años, el presidente López Obrador afirmó, en su conferencia mañanera, que se basa en el –desastroso– programa de su gobierno llamado Sembrando Vida.

Dejando atrás lo jocoso, ahora en el México real, en contra de la tendencia mundial de proteger y restaurar los ecosistemas, se hace un programa social para incentivar su destrucción.

Realmente no sabemos de dónde vino la idea de Sembrando Vida. Tal vez fue producto de un comentario que le hicieron al Presidente por el que pensó que encontraba el hilo negro o de un sueño, pero la realidad es que simplemente es una ocurrencia.

No se trata de una política pública de reforestación como ProÁrbol, del gobierno de Felipe Calderón. Tampoco pretende proteger al medio ambiente como los Pagos por Servicios Ambientales. Es algo diferente.

Según sus reglas de operación, el programa busca la generación de empleos, autosuficiencia alimentaria y la reforestación con árboles frutales, mediante la ayuda a los beneficiarios de 5 mil pesos mensuales.

En casi tres años de operación, el gobierno le ha destinado 72 mil millones de pesos. La meta para este año es llegar a más de mil millones de plantas sembradas en un millón 75 mil hectáreas y aumentar a 430 mil el número de sembradores.

Suena bien en teoría, pero, en el fondo, es un vehículo más para hacer transferencias directas a una red clientelar. Por eso quien administra el programa es la Secretaría de Bienestar y no la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Expansión, en alianza con Connectas, publicó la investigación La caja negra llamada Sembrando Vida que revela las debilidades que enfrenta el programa, las deficiencias en sus reglas de operación, la opacidad e incertidumbre en el manejo de recursos.

Por su parte, en la revisión de la Cuenta Pública 2019, la Auditoría Superior de la Federación detectó mil 832 millones de pesos sin aclarar. También, de acuerdo con el Índice de Desempeño de Programas Públicos Federales (Indep) 2021, elaborado por la ONG Gestión Social y Cooperación, cuenta con una baja calidad de diseño y bajo cumplimiento de metas, así como bajos niveles de cobertura de la población potencialmente beneficiaria.

Por su parte, el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), una organización global que establece vínculos entre la conservación del medio ambiente y el bienestar humano, calculó una pérdida de 72 mil 830 hectáreas de bosques por el programa en 2019.

En lugar de incentivar la destrucción de ecosistemas para plantar limones, deberíamos voltear a ver a Costa Rica, donde existen programas donde se apoya a los propietarios que cuidan sus bosques o selvas.

Hoy en día, con la información con la que contamos, sólo alguien que no entiende el mundo podría estar impulsando el daño irreversible a nuestro medio ambiente. Y nosotros somos los que le damos el poder de hacerlo.

                *Maestro en Administración Pública

                por la Universidad de Harvard

                y profesor en la Universidad

                Panamericana

                Twitter: @ralexandermp

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