Poder y responsabilidad
• También son responsables esos mexicanos que, ya sea por complicidad o ignorancia, con su voto legitiman a sus propios verdugos
Nos han enseñado a no confrontarlos. A que lo políticamente correcto es no señalar ni decir las cosas como son. A temer criticar a un gobierno que sabemos, es vengativo y no acepta las voces disidentes.
Desde el oficialismo, todos los días se callan a los críticos. Cualquier opositor es catalogado de vendido, de responder a intereses contrarios al “pueblo” encarnado en su mesías.
Ya basta de guardar silencio. El gobierno del presidente López Obrador y sus funcionarios son una nueva clase de políticos que quieren gozar de todo el glamour del poder, pero sin responsabilidad.
Quieren vivir en palacios, tener escoltas, enormes salarios, puestos para sus amigos, pero no cargar con las consecuencias de sus actos.
Por eso, a tres años, el mandatario y sus aplaudidores, salen todos los días a culpar al pasado por su gobierno fallido.
A los que llaman conservadores. A la clase media “aspiracionista” que paga sus sueldos. A las fuerzas del mal que conjuran contra su malogrado movimiento.
Como Epigmenio Ibarra, que se ha forrado sus bolsillos con dinero gubernamental y cínicamente se atreve a señalar a Felipe Calderón del homicidio de los jesuitas en Chihuahua al decir que el asesino ya había nacido cuando éste gobernó.
Son cobardes con miedo a la responsabilidad. Ellos son los que tienen en sus manos la sangre de más de 120 mil mexicanos porque destruyeron a la Policía Federal y le pusieron cadenas y bozal al Ejército.
Son los culpables de la violencia y la impunidad que impera en este país. De sostener a personas indeseables en sus puestos.
De la creación de 3.8 millones de nuevos pobres en los últimos tres años.
Es Raquel Buenrostro, actual Jefa del SAT, quien destruyó el abasto de medicinas en los hospitales públicos al haber dicho que la compra consolidada del IMSS no servía y lo podía hacer mejor.
Son Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum los responsables de la tragedia de la Línea 12 del Metro, donde 26 personas perdieron negligentemente la vida.
Pero la culpa no sólo es del Presidente y de su séquito. También es de la prensa vendida que prefiere guardar silencio ante la desastrosa administración de la —autodenominada— Cuarta Transformación. De los líderes de opinión que justifican lo injustificable con tal de tener el agrado de Palacio Nacional.
De los empresarios que prefieren callar y recibir sus migajas, antes que ver sus fortunas disminuirse.
Y sí —hay que decirlo—, también son responsables esos mexicanos que, ya sea por complicidad o ignorancia, con su voto legitiman a sus propios verdugos. Los que le dan poder a esos gobiernos que pactaron con los criminales. Que malgastan los recursos y se llenan los bolsillos con nuestros impuestos.
“No podía saberse”, gritan para justificarse. Pero todos sabíamos que el gobierno que venía sí era un peligro para México, igual que los —mal llamados— movimientos de “izquierda” que se han podido propagar —como un virus— en el continente.
Los responsables del desastre tienen nombre y apellido, aunque se escondan tras una pretendida popularidad.
Pero la responsabilidad viene con el poder y, como la espada de Damocles, hay cuentas que tarde o temprano se cobran.
Es momento de señalar, y el silencio es cómplice.
*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Panamericana.
Twitter: @ralexandermp
