Los violadores de la ley

Les importa poco la corrupción y la opacidad con la que llegaron al poder.

Se jactan, se ríen. Se burlan de que violan sistemáticamente la ley y así lo han hecho por años. Debimos saber el desprecio que sienten en la Cuarta Transformación a cualquier limitación a su desmesurado poder destructor. Las señales ahí estaban.

No sólo es la opacidad en la construcción del segundo piso del Periférico de la Ciudad de México, o los videoescándalos del grupo cercano al Presidente recibiendo fajos de dinero, como el innombrable René Bejarano. Tampoco la violación al amparo que le costó ser desaforado cuando era jefe de Gobierno. Lo es todo.

El no reconocer los resultados electorales en 2006, el haberse autoproclamado Presidente de México y cerrado una de las avenidas más importantes del país por meses.

Les importa poco la corrupción y la opacidad con la que llegaron al poder. Hoy no sabemos cómo se financió la campaña de 12 años para llegar a la Presidencia.

La realidad es que vivimos en un país donde los que se encargan de perseguir a los que delinquen son los principales interesados en enterrar el Estado de derecho. Ahí están el fiscal general de la República —ése cuyos delitos no son graves, según el mandatario— y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, que todos los días se someten a los designios de un hombre lleno de odio y rencor.

Son cómplices que deciden voltear a otro lado ante la violación sistemática y flagrante de la ley, como lo es la suspensión de las obras del Tren Maya. Todo por conservar sus privilegios y sus sueldos que, irónicamente, estamos pagando los afectados.

Antes por lo menos aparentaban que les importaba. Ahora ni siquiera pretenden respetar la ley ni la Constitución. Ya lo dijeron abiertamente, “No me vengan con que la ley es la ley”.

Incluso, el mandatario se burla del gobierno de Estados Unidos y le dice, escondido en su Palacio, que no le tiene miedo a su mecanismo para cumplir los compromisos en materia energética, en un arranque propio de alguien cuya salud mental está en duda.

No fue suficiente el grave aumento en adjudicaciones directas y los proyectos que se escondieron a través del Ejército. Ahora decidieron suspender, por tiempo indefinido, el funcionamiento de Compranet, el sistema de adquisiciones del gobierno federal, con el pretexto de que no se cuenta con la infraestructura tecnológica.

Tampoco saltarse todos los permisos ambientales para la construcción de los elefantes blancos del sexenio.

Se sienten irresponsables bajo el manto de impunidad que otorga el régimen a sus cercanos. Basta ver a los hermanos del Presidente embolsándose fajos de billetes sin ninguna consecuencia. Ya lo dijo ayer la Fiscalía, no hay nada que investigar. Qué sorpresa.

Estamos alimentando a un monstruo de mil cabezas que no va a quedar satisfecho hasta arrasar con todo y con todos. Cuyo desprecio por la ley y el derecho se esconde en el caos de su administración.

Y a la par que escupen frases vacías como “nadie por encima de la ley”, flagrantemente pisotean el Estado de derecho.

Pero lo que no entienden los violadores de la ley es que tarde o temprano se va a terminar la protección que da el púlpito presidencial y van a tener que rendir cuentas por sus delitos.

               *Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Panamericana.

               Twitter: @ralexandermp

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