Los que niegan lo evidente
Se explica que personas como Trump lleguen al poder
El fenómeno ha sido estudiado por intelectuales, sociólogos, sicólogos, filósofos, etc. Existe una tendencia del ser humano por negar lo evidente, la realidad, y buscar acomodarla a sus necesidades o miedos. De pasar de ser el animal más “racional”, a ser el más irracional, pues teniendo todas las herramientas para entender las cosas, decide no hacerlas.
Hace algunas semanas se estrenó una película de Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, que se llama No mires arriba (Don’t look up). Si bien como “expresión de arte” es básicamente irrelevante, la crítica social y el mensaje son devastadores.
La idea central de la trama es que los humanos estamos dispuestos a negar o ignorar la realidad, la evidencia científica, los datos, sin ninguna dificultad o vergüenza. A apoyar ideas estúpidas sin cuestionarlas si nos las cuentan bonito. Incluso podemos comprometer nuestra salud o nuestra vida si eso, de alguna manera, nos resulta
–aparentemente– más fácil o conveniente.
Por eso en la cultura moderna, y fuertemente en nuestro país, podemos hacer oídos sordos a los que saben, para escuchar a los ignorantes. Preferimos tener en el gobierno a alguien que apenas estudió, en lugar de expertos. Con orgullo aplaudimos el desprecio por la ciencia –López-Gatell dijo que el Presidente no tenía fuerza de contagio, sino fuerza moral– y nos reímos de que nuestras autoridades toman decisiones con sus “otros datos”.
Preferimos escuchar a los idiotas que a los inteligentes, probablemente porque en el fondo en algo nos identificamos y no los sentimos como una amenaza.
Realmente somos entes muy complejos, al grado que preferimos idiotizarnos frente a la realidad. Ahí están lo que niegan el calentamiento global. Los que tiran basura en la calle. Los que critican a los que se han esforzado por estudiar y prepararse. Los que aplauden el impulso destructor de los gobiernos populistas. Los que hacen sus maromas para justificar a nuestros incompetentes dirigentes.
De ahí se explica que personas como Donald Trump o Jair Bolsonaro lleguen al poder. O que se cancele la construcción de un aeropuerto con un avance de 30%. O que nos dejemos engañar fácilmente con cosas irrelevantes como la “rifa del avión presidencial”.
Tal vez por lo mismo nos podemos explicar la popularidad de alguien como el presidente López Obrador. Un mandatario que ha tenido los peores resultados de la historia moderna del país y ha estado al frente de los fiascos en economía, seguridad y manejo de la pandemia.
Cuyos familiares, amigos y colaboradores han salido en decenas de videos recibiendo dinero ilegal. Cuyo gobierno ha decidido dejar operar libremente a las organizaciones criminales, lo que ha significado más de 107 mil muertos en su administración. Que abiertamente apoya a los regímenes represores de Cuba y Venezuela.
No es que su gobierno ahora sí escucha a los olvidados. O está creando oportunidades para todos. Ni siquiera que ha combatido a la mafia en el poder. Es por otra cosa. Algo más profundo en nuestra sique que nos lleva a negar la realidad, la evidencia científica y nos vuelve nuestros peores enemigos.
Lo que nos queda al final de No mires arriba, es que probablemente nos merecemos el meteorito y no podemos hacer nada por detenerlo.
* Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y Profesor en la Universidad Panamericana
