La marcha contra los mexicanos

Es el gobierno que responde a su propia agenda

Al Presidente lo mueve el odio. Lo demuestra todos los días. En sus conferencias mañaneras, en sus discursos, se evidencia que tenemos un mandatario que nunca se dio cuenta que ganó la elección y que ahora le tocaba gobernar. Continúa siendo el eterno opositor que cerró Paseo de la Reforma durante meses, que tomó “posesión” cuando perdió la elección de 2006.

Por eso ejerce el poder con rencor y busca inculcar esos mismos sentimientos en su electorado, creando enemigos ficticios y usando cortinas de humo para esconder la –triste– realidad. En gran medida, lo logra.

No gobierna, simplemente odia. Su guerra no es contra las organizaciones criminales que han asesinado a cerca de 150 mil mexicanos en su gobierno. Tampoco combate los malos servicios de salud. Ni siquiera busca erradicar la corrupción de sus cercanos ni tampoco la creciente pobreza.

Su único enemigo y el objeto de su atención es la clase media que apoya el pluralismo y las instituciones democráticas. Esos “corruptazos”, como él los llamó, que marcharon por exigir un mejor país, justamente el día de su cumpleaños. Los mexicanos que le ganaron una batalla al demostrarle que no era dueño de la verdad ni de la organización política a nivel de calle.

En lugar de aceptar la crítica y cambiar el rumbo en el ocaso de su desastrosa administración, como lo hubiera hecho un estadista, asumió la protesta como una afrenta a su persona y su reacción fue un berrinche. Incluso llamó ladinos a sus antiguos seguidores que hoy se vuelven en contra de su proyecto que sólo ha traído sangre y destrucción a México.

Ahora anuncia una marcha contra los mexicanos. Una movilización de acarreados pagada, en el mejor de los casos, con dinero público. En el peor, por el crimen organizado que apoya su movimiento y financia las campañas políticas de Morena, como ya se ha hecho público por integrantes del movimiento como Gibrán Ramírez.

En el fondo, el Presidente busca decirle a los ciudadanos que se manifestaron de manera genuina, que él tiene el poder para robarles su voz a base de billetazos y clientelismo. Que no le importa lo que le quisieron decir, simplemente porque su idioma es el del odio y del rencor. Ahí nadie le gana.

Es el gobierno que no les responde a intereses legítimos de sus gobernados sino a su propia agenda, lo que destruye su justificación de existir. No genera orden, ni disminuye la pobreza y, ciertamente, no proporciona servicios públicos.

Y aunque la práctica de las “marchas oficiales” no es nueva, ahora renace como un símbolo en el que los ciudadanos, los que nos manifestamos y alzamos la voz frente a los abusos del poder, somos el peor enemigo de ese gobierno que simplemente quiere callarnos a como dé lugar.

Es por eso que hoy, en el aniversario de la Revolución Mexicana, vemos que nuestra democracia está más amenazada que nunca. Es hoy cuando debemos demostrar que a los ciudadanos sí nos importa el futuro del país y que somos su última línea de defensa.

  • *Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y Profesor en la Universidad Panamericana

Twitter: @ralexandermp

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