La democracia, el peor sistema

No existe pretexto para no votar.

No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla. Así llegamos a este 2 de junio de 2024, día en el cual se celebran las elecciones más grandes de la historia de nuestro querido México. Y no es un proceso electoral común, pues las circunstancias nos han llevado a una disyuntiva que tal vez no sea clara para todos los votantes, pero que nos enfrenta con dos proyectos de nación que no sólo se diferencian en los “comos”, sino en algo más fundamental, en los “ques”.

Y es que, después de seis años de la actual administración ya sabemos qué se puede esperar de su movimiento y del proyecto que plantea. No hay sorpresas ni dudas. ¡Fuera máscaras!, como dice el Presidente.

Por eso, lo que ocurra en la jornada del día de hoy determinará, para bien o para mal, el futuro del país, no sólo por el sexenio, sino por las décadas por venir.

Winston Churchill dijo que “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”. Y tenía razón.

Se trata de un concepto muy complejo. Cada cabeza entiende diferente qué es la democracia, pero su significado se queda muy corto cuando se piensa que lo único que importa es el voto que se emite cada cierto tiempo, y menos cuando éste se emite condicionado o bajo circunstancias que no pueden ser consideradas de libertad.

Y es que, si el voto es el último eslabón de la democracia, cuando está coaccionado por grupos fácticos de poder, como el crimen organizado, o comprados por 500 pesos, pues estamos condenados al fracaso como sociedad. Ya sea que cedamos a alguien libremente nuestro derecho a elegir o seamos obligados a hacerlo, estamos renunciando a decidir sobre nuestro futuro.

Por eso, si alguien piensa —o expresa— que vamos a tener un mejor país con un gobierno que no quiere contrapesos, o en el que no existe Estado de derecho, o en el que la ley “no es la ley”, es válido. Pero eso no es vivir en democracia.

La democracia es un concepto más amplio que conlleva límites al poder, el respeto y garantía de los derechos humanos, el reconocimiento al principio de legalidad y, por supuesto, que nuestra libertad no esté coaccionada.

En las elecciones presidenciales del 2018, votaron 56 millones de personas, lo que significa que el 36.5% no ejerció su derecho a elegir a su gobierno, lo que equivale a 32.51 millones de ciudadanos que dejaron en manos de alguien más la decisión. Esa es una cifra mayor a la que escogió al Presidente de la República.

Entonces vale la pena hacernos la pregunta. ¿El México de hoy es el país que le queremos dejar a nuestros hijos? ¿Es más libre, más justo y menos violento que hace seis años? ¿Pensamos que marcha por buen camino y queremos mantenernos por la misma senda?

En nuestra respuesta está lo que debemos hacer el día de hoy al emitir nuestro voto, y no existe pretexto para no hacerlo. No dejemos en alguien más la decisión.

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y Profesor en la Universidad Panamericana.

X: @ralexandermp

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