Guerra civil

¿Cómo podemos normalizar lo que ocurre en nuestro país?

Mientras en el mundo se lleva a cabo una guerra que más que ver con la situación política de Ucrania se trata del posicionamiento y reacomodo de las superpotencias, en México libramos un conflicto mucho más sangriento y sádico, una guerra civil, en donde un grupo de mexicanos ha decidido exterminar a sus opositores, rivales o críticos, y lo hace de maneras inimaginables, bajo el manto de la impunidad que proporciona el gobierno de López Obrador.

En esta guerra civil, todos los días 100 familias mexicanas pierden a uno de sus miembros. 100 padres, madres, esposos, esposas, hijos e hijas, entran a esa enorme lista de los millones de personas a las que les han asesinado a un ser querido.

Tenemos varios personajes involucrados en esta tragedia. Un rey que desde su palacio se dedica a atacar a sus críticos y a cerrar los ojos ante la situación. A un presidente de la Suprema Corte —sí, Arturo Zaldívar, a ti nos referimos— cuya preocupación es agradarle a ese arrogante soberano y en lugar de estar tomando medidas para reducir la impunidad de 98% de los delitos que ocurren en nuestro país se pone a chismear de algo que –supuestamente– ocurrió hace una década. A un Ejército que, en lugar de responderle a los mexicanos, se vende al mejor postor. A 100 mil guardias nacionales —que no son ni policías ni militares— que brillan por su ausencia.

Lo que sí se ve todos los días son esos ejércitos privados que rondan los poblados “levantando” gente que no quiso pagar piso o colaborar con ellos. También a sus rivales. Lo que también se ve son centenares de muertos en las calles. Sangre derramada. Cuerpos desmembrados. Mujeres desaparecidas. Miles de desplazados. Pueblos abandonados. Y cero justicia.

Claro, como en cualquier guerra civil, se necesitan armas. Muchas armas que nos provee el tío Sam, que, prácticamente no se inmuta por lo que pasa de este lado de la frontera. Ellos ponen las balas, nosotros los muertos.

En ese México sangriento se han matado más periodistas que en Ucrania desde que empezó su guerra. En lo que va de la administración de López Obrador han sido asesinados 32 periodistas y eso nos ha colocado en el primer lugar de asesinatos en el mundo, por arriba de Afganistán.

Vivimos como que no sabemos dónde están esos enemigos de los mexicanos que se dedican a exterminarlos, el “pueblo bueno” le llama el Presidente. Como si fueran una entelequia o una presencia maligna. Pero no, son nuestros vecinos. Sus hijos van a la escuela con los nuestros. Comen en los mismos lugares. Están inmersos en la sociedad y se dedican a destruirla por dentro.

Mientras todo esto sucede, el Presidente —cuya sensatez y lucidez es cuestionable— no hace sino alimentar con todos los bidones de gasolina a su alcance el fuego con el que —en algunos casos, literalmente— estamos ardiendo.

¿Cómo podemos normalizar lo que ocurre en nuestro país? ¿Cómo nos podemos quedar callados ante el homicidio de 110 mil personas? ¿Cómo podemos aceptar que estén matando a nuestros connacionales de esa manera y que no sepamos si nosotros o nuestros seres queridos vamos a ser los siguientes? Ni siquiera podemos reconocer que vivimos, literalmente, una guerra civil de mexicanos contra mexicanos. Unos son los asesinos y los otros apenas nos defendemos.

Lo peor, todavía no tocamos fondo. Pobre México.

                *Maestro en Administración Pública

                por la Universidad de Harvard

                y profesor en la Universidad

                Panamericana.

                Twitter: @ralexandermp

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