Gobierno irresponsable
El voto no es un cheque en blanco. Si queremos vivir en un país de leyes, tenemos que empezar a pasarle la factura al gobierno
Si algo hace bien el gobierno de la Cuarta Transformación es contar historias. Cuentos en donde los otros, los adversarios, los conservadores, todos los demás, son responsables de lo malo que pasa en el país, mientras que el Presidente y su séquito, por su supuesta autoridad moral —o divina—, quedan excluidos de cualquier escrutinio.
Bajo el liderazgo de personas como Epigmenio Ibarra —quien recibió un bien merecido crédito de 150 millones de pesos por parte del gobierno—, se ha logrado una narrativa perfecta en donde el pasado neoliberal es el culpable del mal gobierno e ineptitud actual, al grado que lo vuelve irresponsable.
Esa historia oficial nos cuenta que quisieron desaforar en 2004 al mandatario no por violar un amparo, sino por detener al “transformador”. O que su gobierno encarna el combate a la corrupción, ignorando que nos ha regalado los mayores videoescandalos de los últimos años, incluyendo a René Bejarano —su secretario particular en ese momento— y a su hermano Pío López Obrador, recibiendo dinero.
Ahí también está la desgracia de Tlahuelilpan, donde murieron 137 personas en presencia del Ejército, sin culpables. Tampoco podemos olvidar que no ha habido responsables por la liberación de Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo, en Culiacán. Incluso se le premió con la candidatura de Morena en Sonora al encargado de ese fiasco, Alfonso Durazo.
Ya ni mencionar la irresponsabilidad mayúscula que ha habido en materia de salud. Primero destruyeron el abasto de medicinas y después pusieron a cargo del manejo de la pandemia a alguien que dijo que “la fuerza del Presidente es moral, no de contagio”. El resultado, miles de muertes que se pudieron haber evitado. Pero “no es culpa de nadie”.
Después del terrible accidente ocurrido hace unos días en la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, que destruyó la vida de más de 25 familias, por supuesto que tampoco podemos esperar responsables. Incluso Morena en el Senado frenó la creación de una Comisión para investigar el derrumbe. Cínicos.
Pero ahí están los responsables. Todos lo sabemos, aunque Epigmenio nos vaya a tratar de contar una historia diferente. Son los que se sientan a comer con el Presidente de la República. No hay que engañarnos.
La realidad es que la 4T otorga un manto de impunidad que se basa en la complicidad. Contrario a lo que pregona, para este gobierno la ley es una herramienta que se aplica por conveniencia. El ejemplo es claro. Hay que perseguir a las autoridades responsables de lo ocurrido en la Guardería ABC y no hay que hablar de lo sucedido en el Colegio Rébsamen, de la Ciudad de México. Negligencia selectiva.
Pero la culpa no es sólo del Presidente. Es de todos los que caemos en esa narrativa engañosa que genera que no existan responsables de las grandes tragedias del país. Es de los cientos de funcionarios públicos que son cómplices de ese desastroso proyecto y que con sus acciones u omisiones aceitan la maquinaria de poder desmedido e irresponsable. De los líderes de opinión que justifican lo injustificable con tal de tener el agrado de Palacio Nacional.
El voto no es un cheque en blanco. Si queremos vivir en un país de leyes, tenemos que empezar a pasarle la factura al gobierno. La ineptitud mata. La responsabilidad no es optativa.
*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Panamericana.
