Esperanza

La marcha del domingo 13 de noviembre de este año en contra de las reformas al INE demostró que somos muchos los que, de manera genuina y desinteresada, queremos un mejor país y estamos dispuestosa defenderlo. Y que sabemos que no bastacon ir a votar en cada ...

La marcha del domingo 13 de noviembre de este año en contra de las reformas al INE demostró que somos muchos los que, de manera genuina y desinteresada, queremos un mejor país y estamos dispuestos a defenderlo. Y que sabemos que no basta con ir a votar en cada elección.

En el país hay un clima de tristeza, de desesperanza. De poca ilusión frente a un futuro incierto en el cual parece que existe un muro infranqueable entre un grupo de mexicanos que piensa que está bien el rumbo por el que transitamos y otro que vemos un desastre en la administración pública de la Cuarta Transformación.

Un sentimiento de impotencia por la cooptación por parte del Ejecutivo de instituciones como la Fiscalía General de la República, el Poder Judicial y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Pesimismo frente al desperdicio de miles de millones de pesos en ocurrencias como el Tren Maya, la refinería en Dos Bocas y el aeropuerto Felipe Ángeles, que se quedarán como monumentos a la arrogancia e ineptitud gubernamental.

No es discutible ni sujeto a interpretación. Ahí están las cifras oficiales. En los últimos cuatro años, la pobreza ha crecido. Los servicios de salud están más debilitados que nunca. Los inversionistas extranjeros dejaron de creer en México.

Por complicidad u omisión, bajo el gobierno del presidente López Obrador y su “Cuarta Transformación”, el crimen organizado se ha consolidado e institucionalizado. Ahora controla territorios enteros. Impone alcaldes. Ha asesinado a 150 mil personas. Son la ley y dictan el “Estado de derecho”.

Pero no todo está perdido. Frente a esa devastación, hay elementos positivos.

A pesar de los constantes embates de nuestras autoridades a la libertad de expresión y a las voces opositoras, el dinámico periodismo de investigación ha sacado a la luz temas de enorme relevancia, como el plagio de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel Mossa, la casa gris en Houston, los contratos gubernamentales de cercanos al régimen o el complejo esquema de uso de dinero en efectivo para financiar campañas y comprar voluntades que ha utilizado el presidente López Obrador y su movimiento por décadas.

La marcha del domingo 13 de noviembre de este año en contra de las reformas al INE demostró que somos muchos los que, de manera genuina y desinteresada, queremos un mejor país y estamos dispuestos a defenderlo. Y que sabemos que no basta con ir a votar en cada elección.

Lo más importante es que, después de seis duros —y destructivos— años, el Presidente saldrá del poder.

Dejará el Palacio Nacional y se irá a su rancho. Aunque se quede su delfín a gobernar el país, sea quien sea, no tendrá ni su hambre de poder ni la obediencia ciega de sus seguidores. Seguramente tampoco control del Poder Legislativo. Incluso, si gana Morena, pase lo que pase, este oscuro episodio de la historia de nuestro país se va a cerrar en 2024.

Existe esperanza para nuestro país. A pesar de la triste situación y de que hemos perdido el rumbo, somos millones los que queremos dejarle un mejor México a nuestros hijos y eso es posible. Depende de nosotros, los ciudadanos.

           *Maestro en administración pública por la Universidad             de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana

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