El pacto con el crimen organizado
El gobierno recuperó algo de la legitimidad perdida
Algunos columnistas dicen que no hay pacto del gobierno con el crimen organizado porque detuvieron a Ovidio “N”. Que eso despeja cualquier duda y quienes lo hemos señalado, nos equivocamos.
Argumentan que no importa que esté probado que estas organizaciones delictivas han financiado campañas de cientos de miembros de Morena. Tampoco que se han evidenciado nexos, como los del exdiputado Julio César Godoy Toscano –quien fuera introducido a la Cámara de Diputados para que obtuviera su fuero por Alejandro Encinas, actual subsecretario de la Secretaría de Gobernación–, y canales de comunicación como los de Ricardo Peralta –de esa misma dependencia– con presuntos delincuentes.
Tampoco importa que el Rey del Cash estuvo más de 12 años en campaña y nunca nos ha dicho quién lo financió. Igual que no se sabe quién paga miles de camiones para llenar el Zócalo de la Ciudad de México o contrata cientos de anuncios espectaculares para las ilegales campañas anticipadas.
Para ellos ni siquiera es relevante que está documentado que en las campañas electorales de 2021, en Sinaloa y Sonora, el crimen organizado operó activamente a favor de los candidatos de Morena y, en muchos municipios, los opositores fueron –literalmente– secuestrados.
Esos “analistas” que insisten en que la captura de Ovidio, una pieza no clave del Cártel del Golfo, dejó callados a todos los críticos del régimen, son los mismos que están seguros de la culpabilidad de Genaro García Luna –incluso antes de que empiece su juicio–, no obstante detuvo a miles de miembros del crimen organizado –también del Cártel del Golfo–, incluyendo al líder de la Familia Michoacana, Jesús Méndez, El Chango y a Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, del Cártel de los Beltrán Leyva, piezas clave de su organización.
La realidad es que la detención de Ovidio, aunque manda un mensaje positivo, no debilita la red de criminalidad a la que pertenecía y más bien responde a las presiones del gobierno de Estados Unidos. En todo caso, el gobierno recupera algo de la legitimidad que se había perdido con el culiacanazo.
Es el sacrificio de un peón para liberar presión al cártel y le permite seguir operando con gran libertad.
Por eso, todo indica que el pacto con el crimen organizado existe y está más firme que nunca. Tal vez no es un acuerdo que se cerró con un apretón de manos –tal vez sí–, pero son los valores entendidos que se exteriorizan en una frase tan simple como es “abrazos, no balazos”. Con los guiños que hace el Presidente cuando dice “amor con amor se paga”.
Las pruebas ahí están. Son las campañas políticas que se financian con dinero de las organizaciones criminales. Es la impunidad que existe en todos los rincones del país. Es la desaparición de la Policía Federal para sustituirla con una Guardia Nacional que destina a 6 mil de sus elementos a cuidar el Metro de la Ciudad de México, en lugar de estar pacificando las regiones controladas por los delincuentes.
¿En serio, alguien con dos dedos de frente, puede pensar que la captura de Ovidio exonera a un gobierno que se ha distinguido por su opacidad y su desprecio por la ley?
Y mientras 100 personas son asesinadas todos los días, los mexicanos, incluyendo los “intelectuales”, hacen como que no existe ese pacto que tiene sumido a nuestro país en una espiral de violencia y criminalidad.
*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y Profesor en la Universidad Panamericana
Twitter: @ralexandermp
