El kraken de la Cuarta Transformación

Dejó inoperante al Inai, encargado de la transparencia

En algo no se equivocó el presidente López Obrador y sus secuaces. En un afán de asimilarse a la Independencia, a la Reforma y a la Revolución Mexicana, ha dicho que su movimiento sería una Cuarta Transformación; estaba en lo correcto.

Claramente, el gobierno impulsado por Morena ha sido una Cuarta Transformación porque decidió hacer un cambio radical en el país. El problema es que en este episodio un grupo elegido por el voto popular decidió destruir todos los avances democráticos, administrativos y económicos logrados por décadas, para instalarse en el poder de forma indefinida.

En el fondo el espíritu que los impulsa es destructor, como el kraken —ese monstruo mitológico que devora barcos y a sus tripulantes— con la única intención de no dejar evidencia de lo que ya existía.

Es así como López Obrador destruyó lo logrado en materia de seguridad incluyendo a la Policía Federal. También se fue contra el Seguro Popular, aunque les costara la vida y la salud a millones de mexicanos. Menguó el abasto de medicinas en las instituciones públicas y eliminó las estancias infantiles que ayudaban a miles de familias.

Canceló la construcción del Aeropuerto de Texcoco no obstante salía más caro que terminarlo, y lo sustituyó con un aeropuerto que de nada sirve.

La lista es prácticamente infinita. Canceló las reformas constitucionales en materia de energía y educación. Cooptó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Hizo libros de texto gratuito para aleccionar a las juventudes, no para instruirlas. Devoró los fideicomisos de la administración pública federal. Trató de enterrar al órgano electoral. Dejó inoperante a la institución encargada de la transparencia y rendición de cuentas del gobierno.

Podríamos seguir enumerando todo lo que ha logrado destruir, pero el espacio es insuficiente.

Ahora necesita seguir destruyendo y alimentando su ego y por eso ordenó a sus rémoras, los legisladores de Morena que no tienen una pizca de pensamiento crítico e independiente, que se hicieran de los recursos ahorrados por el Poder Judicial en sus fideicomisos, para seguir derrochándolos en ocurrencias. “¡Al diablo las instituciones!”, gritó nuevamente.

Pero eso sí, también le ordenó al mismo grupo parlamentario que crearan otros fideicomisos para ser controlados por el Ejército y la Marina con el fin de mantener sus obras faraónicas. Ahí sí se valen. Y aquellos que son esclavos intelectuales, no dudaron en cumplir la voluntad del líder.

Es obvio que se pueda esperar, al igual que en los fideicomisos destruidos de la administración pública federal, la total opacidad y discrecionalidad en el uso de los recursos públicos que fueran del Poder Judicial, sobre todo en año electoral donde la Cuarta Transformación se juega su propia existencia.

Claramente mucho se hubiera logrado en el sexenio de López Obrador si hubiera creado en lugar de destruir. Si tanta energía se hubiera invertido en mejorar el Estado de derecho y combatir a las organizaciones criminales. En atraer inversión extranjera y cuidar el medio ambiente. En perseguir a los verdaderos corruptos. Pero eso no estaba en su naturaleza, y nadie puede dar lo que no tiene.

En el fondo nada asegura que se pueda controlar a ese kraken mexicano, sino la insistencia, voluntad y resistencia de los ciudadanos libres que tenemos voz y voto. De ahí el tamaño de nuestra responsabilidad.

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard  y profesor en la Universidad Panamericana

X: @ralexandermp

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