El desabasto de medicinas creado por la 4T

Pocos desastres son tan –contundentemente– achacables a la Cuarta Transformación como el tema de desabasto de medicinas en el sector público. Si buscamos un inicio, la historia comienza hace más de una década. En ese momento, derivado de las recomendaciones de la ...

Pocos desastres son tan –contundentemente– achacables a la Cuarta Transformación como el tema de desabasto de medicinas en el sector público.

Si buscamos un inicio, la historia comienza hace más de una década. En ese momento, derivado de las recomendaciones de la OCDE, el gobierno mexicano decidió innovar en la adquisición de medicinas a través de un procedimiento consolidado que involucrara a todas las instituciones federales de salud y a varios estados de la República. La idea era mejorar las condiciones de adquisición y el abasto.

Así empezó la compra consolidada de medicamentos y material de curación. Poco a poco se fue perfeccionando, al grado que, de 2013 a 2018, generó ahorros por más de 17 mil millones de pesos. Se compraba más y a mejor precio.

A finales de 2018, tras la victoria de López Obrador, una de sus manos derechas, Raquel Buenrostro, en ese entonces oficial mayor de la Secretaría de Hacienda y hoy secretaria de Economía, decidió que podía hacerlo mejor. No entendió que se podría beneficiar de la experiencia acumulada en el Seguro Social.

Absorbió la compra y pasó lo que tenía que pasar. El abasto cayó de forma dramática –más de 10 puntos–. No les quedó de otra sino reconocer el problema, pero, en lugar de dar una solución sensata, se propuso modificar la Ley de Adquisiciones para abrir la puerta a la compra por “organismos intergubernamentales internacionales”.

En julio de 2020 se contrató a la UNOPS, que nunca había participado en procesos de ese tamaño, para que llevara a cabo la compra que el IMSS hacía de forma exitosa. Sólo por la administración del proyecto se presupuestaron 27 millones de dólares para el organismo internacional.

Tan grande fue la ineptitud, que el Insabi reconoció que había solicitado a la UNOPS la adquisición de más de mil claves de fármacos que ya no se fabricaban.

Buscando una –nueva– solución, se rompió récord de adjudicaciones directas y, lo peor, es que se aumentó, de forma preocupante, el desabasto de medicinas. En ese momento el mandatario le pidió ayuda al Insabi, aunque una parte era su culpa.

Siguiendo con las malas decisiones, en octubre de este año, el Presidente instruyó a la Secretaría de Salud que convocara a una licitación consolidada, complementaria a las que realizó el Insabi, para el periodo 2023-2024. Sin embargo, hace una semana, López Obrador emitió un decreto que nombra a la paraestatal Birmex como la encargada de la compra consolidada de medicinas –incluyendo su distribución y almacenaje– para el sector salud federal. En este quinto intento gubernamental ahora también la Sedena tiene una nueva tarea: repartir los insumos.

Lo más interesante es que Birmex tiene como director al general en retiro Jens Pedro Lohmann, quien es un militar en retiro. Por eso, más dinero y más funciones para el ya poco transparente Ejército.

Ahora, en una nueva ocurrencia, el Presidente inauguró una “Megafarmacia” en el Estado de México, lo que supone que se generará mayor desabasto en las clínicas y hospitales públicos para llenar los anaqueles de aquella bodega.

Lo que hay que resaltar es que, como en otros temas, López Obrador y su equipo crearon el problema. Recibieron algo que funcionaba y lo echaron a perder. Como el rey Midas, pero diferente. Por eso, es evidente que cualquiera que siga aplaudiendo las ocurrencias del emperador, o es un cínico o un ignorante.

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana

X: @ralexandermp

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