El credo de la Cuarta Transformación

Porque su ideología se trata más bien de algo de fe.

El movimiento que encabeza el presidente López Obrador va más allá de los actos de Estado y de gobierno. Al haber fracasado en cumplir las necesidades materiales de la población, busca instalarse en sus creencias y convertir a su líder en una especie de tlatoani.

Porque su ideología se trata más bien de algo de fe, de los que creen sin tener que ver. Los resultados positivos son prácticamente cero, pero ahí están los seguidores, los que acatan las instrucciones y justifican prácticamente cualquier ocurrencia.

Ahí está su cartilla moral, sus “enseñanzas”, que la Iglesia cristiana ha ayudado a masificar. También las palabras que pregona en todos sus eventos públicos, en los que se sostiene que salir de la pobreza es una condena para el alma. Que pensar y cuestionar es un cáncer para el pueblo que dice encarnar.

Sólo bajo esas premisas se explica que el mandatario se haya ofendido por las palabras de la Iglesia católica, en el sentido de que los abrazos no son suficientes y se necesita cambiar la “estrategia” de seguridad que no está dejando, sino miles de muertos a su paso y a la población a merced de los grupos criminales.

O su profunda arrogancia y poca sensibilidad al llamar “hitleriano” a un miembro de la comunidad judía, y reafirmarlo varias veces. Sólo alguien que pierde así el piso, podría buscar herir de esa manera a una parte de la sociedad que lo ha respaldado desde que era jefe de Gobierno.

La respuesta natural después del error de tan insultantes palabras, tendría que haber sido una sentida disculpa. Pero no, simplemente dijo que ese grupo no tiene “patente de corso para poder dañar, afectar a un movimiento de transformación nada más por sus ideales, sus pensamientos, su conservadurismo y, repito, su ‘hitlerismo’”.

El credo de la Cuarta Transformación, como cualquier otro movimiento sectario, rechaza cualquier cosa que se opone a sus principios y convicciones. No tiene capacidad de argumentación o debate. Ahí la creencia de que absolutamente todo lo anterior a López Obrador estaba mal y por eso es necesario destruirlo.

Gritan extasiados, ¡ha llegado el redentor, al que estábamos esperando!

El problema del fanatismo es que se pierde objetividad y se aceptan sus principios sin ningún cuestionamiento. Igual que con la llamada Iglesia de la Luz del Mundo, cuyo líder, Naasón García –que, por cierto, ha sido cercano a varios miembros de la 4T, incluido Martí Batres–, ha sido condenado en Estados Unidos por abuso sexual contra niños, y continúa gozando de gran popularidad.

Algo similar ocurre con el Movimiento de Regeneración Nacional, donde ser parte de sus filas conlleva perder todo tipo de objetividad y capacidad de debatir frente al fatídico gobierno de la 4T. Lo único que importa es defender el proyecto.

Por eso, si te mata un cártel es algo bueno, pues libera al alma de esta ingrata vida. Si pierdes tu trabajo, es mejor, porque así te puedes enfocar a los placeres simples de la vida, como escuchar la palabra del líder. Si vas al IMSS y no hay medicinas, no es por los errores del presente, sino por entes malévolos que gobernaron hace más de una década.

No nos equivoquemos, estamos frente a algo más que un simple gobierno. Es un movimiento sostenido por las mentiras y los miedos que han impregnado en la sociedad. Que ha tratado de destruir todo resabio del pasado y está dispuesto a cualquier cosa para hacerse del futuro.

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y

Profesor de Derecho Constitucional

en la Universidad Panamericana

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