Logo de Excélsior                                                        

Campaña contra la autonomía

Ricardo Alexander Márquez

Ricardo Alexander Márquez

Disonancias

A poco más de una semana de que se conociera que Eduardo Medina Mora presentó su renuncia como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, existen más dudas y preocupaciones que cuando se publicó la noticia. Al día de hoy, no es claro el motivo, y han salido a relucir elementos que hacen presumir que fue consecuencia de presiones del Ejecutivo federal, a través de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, tal y como lo menciona Mario Maldonado, en su columna para El Universal, Así ahorcaron a Medina Mora.

No obstante, el presidente López Obrador ha dicho que respeta la autonomía del Poder Judicial, todo indica que busca cooptarlo. Con la renuncia del ministro Medina Mora, en tan sólo un año de su gobierno, el mandatario habría intervenido en la designación de tres de los once miembros de la Suprema Corte, y apoyado a Arturo Zaldívar como presidente del máximo tribunal.

En el mismo sentido, más que despejar interrogantes sobre dicha independencia, las declaraciones en los últimos días del ministro Zaldívar, en redes sociales y en una conferencia de prensa convocada el jueves —en la que declaró que no ha recibido “presiones” del presidente López Obrador, pero que sí, casi una década después, del presidente Calderón—, han causado mayor incertidumbre. Basta ver la cuenta de Twitter del ministro para notar su cercanía y simpatía con personajes como John Ackerman, quien no sólo es un férreo defensor del régimen actual, sino también esposo de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval.

Sorprende que ahora el Presidente esté defendiendo la autonomía del Poder Judicial cuando, por mencionar sólo un par de ejemplos, el 8 de julio, amenazó con hacer público el nombre de los jueces que estuvieran haciendo “sabotaje legal” contra el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya, y el 16 del mismo mes, arremetió contra dicho Poder, al acusar que no le correspondía intervenir en el tema de salarios a funcionarios públicos. Y la lista continúa.

Parece que la presente administración federal está en campaña para hacerse del control de todos los Poderes y organismos autónomos, mientras a los ciudadanos cada vez se nos hace más normal.

Como dijo Héctor de Mauleón el pasado miércoles, en el programa Con los de enfrente, en este gobierno “es una constante la desactivación de todo lo autónomo para hacer aparatos dóciles”. Claramente, el Poder Legislativo está subordinado al Presidente y ahora se está evidenciando lo mismo en el Poder Judicial. La Fiscalía General de la República, a cargo de Alejandro Gertz Manero, que después de mucho tiempo y esfuerzo logró su independencia, obedece a las instrucciones que se dictan desde Palacio Nacional. Y ése parece que será el destino de más instituciones, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, cuyo presidente será elegido a modo durante este mismo mes.

Es preocupante la celeridad con la que están ocurriendo cambios institucionales, alejándose, de forma evidente, del espíritu de pesos y contrapesos que ha inspirado gran parte de las reformas constitucionales y legales en las últimas décadas. No aprendimos nada de 70 años de autoritarismo. Curiosamente, nuestros hoy gobernantes están destruyendo lo que tanto trabajo les costó construir como oposición.

           *Maestro en Administración Pública
                por la Universidad de Harvard
                y profesor de Derecho Constitucional
                en la Universidad Panamerica.

                Twitter: @ralexandermp

Comparte en Redes Sociales