Adoptar un gobierno de coalición

Se está abriendo una ventana para nuevos acuerdos

Antes no parecía viable. Hablar de un gobierno de coalición era algo innecesario y tal vez imposible para un país con una tradición presidencialista como el nuestro. Sin embargo, los tiempos han cambiado, así como los retos.

El gobierno del presidente López Obrador modificó el panorama político y ha obligado a que la oposición se ponga de acuerdo. Que se organice para marcar un límite al poder de quien se sienta en la silla presidencial. Como resultado, se está abriendo una ventana de oportunidades en donde cabe todo tipo de acuerdos y negociaciones que pueden, ahora sí, transformar a México. Moverlo hacia donde necesita ir.

Los pactos electorales —como los de las pasadas elecciones del 6 de junio— se quedan cortos. Se terminan una vez que los candidatos resultan ganadores. Por eso es necesario adoptar esa figura jurídica que ha sido letra muerta, pero que actualmente cobra una enorme relevancia.

Se trata del gobierno de coalición, el cual se incluyó en nuestra Constitución en 2014, promovido por el presidente Peña Nieto.

Es un instrumento para enfrentar los dilemas del gobierno sin mayoría y poder construir una gobernabilidad democrática. Su conformación debe apegarse a una serie de modalidades establecidas —principalmente— en el artículo 89, fracción XVII, constitucional.

Bajo ese pacto político, el Ejecutivo podrá, “en cualquier momento, optar por un gobierno de coalición con uno o varios de los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión. El gobierno de coalición se regulará por el convenio y el programa respectivos, los cuales deberán ser aprobados por mayoría de los miembros presentes de la Cámara de Senadores. El convenio establecerá las causas de la disolución del gobierno de coalición”.

Los compromisos construidos serán públicos y transparentes y versarán sobre cuestiones fundamentales. Se podrán implementar de forma eficiente y expedita por un gabinete conformado por miembros de diversas fuerzas políticas que se ponen de acuerdo.

La idea de la reforma constitucional fue abrir la posibilidad de terminar con el juego de suma cero de las elecciones presidenciales en donde “el ganador se lo lleva todo”, y facilitar la gobernabilidad. Abrir la puerta a la negociación entre partidos mediante la alineación de objetivos y visiones del país, lo que implica una corresponsabilidad en las decisiones del gobierno y, en consecuencia, estabilidad política.

Bajo esta figura, cobra una nueva dimensión la coalición que puedan formar los partidos opositores para las elecciones presidenciales de 2024, al establecer, de manera estable y formal, los mecanismos mediante los cuales puede funcionar un gobierno que incluya a las diferentes fuerzas políticas.

Por eso es necesario que el Congreso establezca como prioridad llevar a cabo la ley reglamentaria sobre los gobiernos de coalición. Es el paso necesario para comenzar. Y la nueva conformación de la Cámara de Diputados es idónea para hacerlo.

Es momento de plantear prioridades. De que la clase política se ponga de acuerdo para empezar con un proyecto de nación. Dejar atrás las aspiraciones individuales y adoptar el primer gobierno de coalición de México.

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana.

Twitter: @ralexandermp

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