La adaptación global de cara al avance tecnológico y de innovación
El ritmo del cambio tecnológico y la innovación es cada vez más veloz y repercute en todos los ámbitos de nuestras vidas. La forma en que nos comunicamos, trabajamos, viajamos, comerciamos y afrontamos los retos como el calentamiento global, seguridad energética, ...
El ritmo del cambio tecnológico y la innovación es cada vez más veloz y repercute en todos los ámbitos de nuestras vidas. La forma en que nos comunicamos, trabajamos, viajamos, comerciamos y afrontamos los retos como el calentamiento global, seguridad energética, seguridad alimentaria, la paz y estabilidad internacionales, está cada vez más determinada por el avance tecnológico y la innovación. Entender los cambios y nuestra respuesta a ellos colectivamente es clave para todos. La pregunta obligada es si los organismos internacionales, instituciones multilaterales y sus respectivas agendas logran mantener el paso con las realidades del mundo en constante cambio en el cual vivimos.
Muchas de estas instituciones fueron creadas después de la Segunda Guerra Mundial, pero sus estructuras han permanecido relativamente intactas. Se ha hablado mucho de la necesidad de reformar la ONU para servir mejor a todos los miembros y actualizar sus agendas con miras a enfrentar mejor los retos globales emergentes. Muchos hablan también de la necesidad de reformar a la OMC en áreas como resolución de conflictos, toma de decisiones, elaboración de normas y liberalización del comercio. Podemos argumentar que estas instituciones y organismos multilaterales deben ser evaluados y adaptados para cumplir con su fin. Pero esto sólo se logrará si nos comprometemos colectivamente a participar de manera constructiva para lograr dicho cambio.
Aunque la tarea parezca abrumado-
ramente difícil y compleja, no es imposible. Y necesitamos tener presente que todavía se pueden obtener muchos beneficios de la forma en la que operan algunas instituciones y de lo que ofrecen sus agendas. Por ejemplo, APEC, con el paso del tiempo, ha aportado mucho en cuanto a la facilitación del comercio y funcionamiento de nuestros regímenes aduaneros mediante el intercambio de mejores prácticas e ideas. También lo ha hecho la OCDE, desde su trabajo continuo en reformas fiscales hasta una mejor alineación de los marcos jurídico y regulatorio para el comercio electrónico y la economía digital, lo cual es primordial para la recuperación económica pospandemia.
Las normas, estándares y reglas internacionales se deben respetar si queremos garantizar paz, estabilidad y prosperidad. Todos nos beneficiamos del diálogo, colaboración y cooperación sostenida. Ningún país puede proceder por sí solo y es imperativa la acción colectiva para hacer frente a los retos que se nos presentan. La reforma de los organismos y las instituciones multilaterales debe ser una prioridad, pues, de lo contrario, corremos el riesgo de una mayor fragmentación y un retroceso hacia políticas aislacionistas. El orden internacional basado en normas e instituciones debe ser fortalecido, evaluado y dotado de agilidad para responder y satisfacer nuestras necesidades colectivas.
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*Embajador de Australia en México
